“Google es hoy por excelencia el rey de los algoritmos”

Julio Bruno, CEO de TIME OUT.

Publicado el 22 Abr 2021

Julio Bruno, CEO de Time Out.

En su opinión, ¿por qué es excesivo el control de los gigantes tecnológicos en el uso de Internet por parte de los usuarios?

El inicio de lo que hoy llamamos Internet se basó en un esfuerzo internacional de diversos científicos e ingenieros que buscaban una libre y rápida transmisión de información y datos, primero a nivel gubernamental y después a nivel académico, para finalmente convertirse en la world wide web (www) que hoy utilizamos para prácticamente todo. La web es la puerta a todo y a todos; el mundo ya no se puede concebir sin Internet y su poder es prácticamente omnipotente. Hoy en día, compañías como Google o Facebook han canalizado ese poder ejerciendo un control sobre los consumidores que te hace preguntarte si realmente suman o restan a la sociedad. Recordando el principio de Peter Parker: “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”, y todos hemos sido testigos de que nadie se escapa de la tiranía de estos gigantes tecnológicos que por una parte te facilitan la vida y por otra te hacen su esclavo.

Desde el momento en que no sabemos si lo que nos muestran es lo que nos interesa por nuestros gustos y preferencias, o simplemente aquello que quieren que veamos o leamos, según el famoso y omnipresente algoritmo que decide lo que debemos leer y, hasta cierto punto, pensar, podemos decir que nuestro concepto de libertad ha desaparecido, ya que somos el producto que estos gigantes venden. Cuando un producto es gratis, el producto eres tú.

En este mundo web vivimos en una continua cámara de resonancia, donde en vez de comparar y contrastar informaciones solo te sirven más de lo mismo, confirmando tus prejuicios o en el peor de los casos, teorías de la conspiración; en este mundo de fake news y deep fakes donde lo que tus ojos ven es literalmente falso, en este mundo de desinformación constante, más que nunca los periodistas profesionales, los libre-pensadores, los editores tienen una labor fundamental para garantizar al lector información contrastada y veraz. Los medios de comunicación independientes son el punto de unión entre la realidad, la sociedad y las instituciones públicas y, parece que en esta ecuación, a los gigantes americanos les interesa tener el contenido en sus plataformas para utilizarlo según sus intereses. Tanto poder y tan poca responsabilidad…

¿Qué relación diría que tienen las grandes tecnológicas con la desinformación que estamos viviendo?

J. B.: Mucha, y no solo lo digo yo. La Comisión Europea en 2018 ya indicó que era necesario proteger el sistema de medios de comunicación, frente al asedio de las grandes tecnológicas, por su importancia para reforzar la confianza de los ciudadanos en una comunicación democrática. Vivimos en un mundo donde los datos de las personas lo son todo y estas compañías tecnológicas, como Amazon Apple, Google, Facebook, Tencent, Baidu y otras se dedican a capturar todos nuestros datos en una especie de momento Orwelliano “Gran Hermano”. No es de extrañar que gobiernos en todo el mundo estén preocupados considerando que medidas tomar para crear una competencia en igualdad de condiciones. Hay mucho en juego y cuando el beneficio económico es el único objetivo, la historia nos enseña que tenemos un problema importante sobre la mesa.

¿Cree que los algoritmos juegan un papel fundamental para hacer que leamos o veamos cosas determinadas en Internet? ¿En qué medida?

J. B.: La información con la que nos llenan las pantallas de nuestros ordenadores o dispositivos móviles se basa en los parámetros que tengas trazados, es decir, el algoritmo decidirá que fuentes y datos nos ha de mostrar dependiendo de nuestros hábitos de búsqueda y las páginas web que visitemos. Esto genera una especie de bucle que nos lleva a ver más noticias o productos similares a los que hemos visto, excluyendo todo lo demás y creando esas cámaras de resonancia de información. Se convierte en algo absolutamente subjetivo y fagocitante. Estos algoritmos también se crean para empujar cierta información, publicidad al usuario que termina viendo solo una realidad muy estrecha, repetida hasta la saciedad.

Google es hoy por excelencia el rey de los algoritmos, pero hay muchos medios, demasiados, que están jugando al ritmo que les marca el gigante americano y las noticias publicadas carecen de identidad, solo se rigen por las normas SEO para intentar ser capturadas por el “algoritmo”. Los lectores ya no ven casi diferencias entre las cabeceras históricas, y dentro de los muros de pago, con algunas excepciones notables, el lector no tiene muy claro si le compensa.

En un mundo donde todo es por suscripción: la televisión, la música, la banda ancha, la compra diaria y ahora también la información, el usuario se fatiga con tanta suscripción por pago y termina recibiendo las noticias “gratis” a través de las redes sociales.

¿Veremos batallas similares a la de Australia en países europeos?

J. B.: Las grandes empresas tecnológicas tienen cada día más poder e influencia en la vida diaria de las personas, determinando la manera en la que consumen y decidiendo cómo y cuándo se distribuye la información. No hace mucho nos recordaban que su misión y visión a corto y medio plazo es la de organizar la información en el mundo, y eso está provocando que muchos gobiernos como el canadiense y la Unión Europea estén analizando cambios legislativos para regular el sector. ¿Cómo será esta regulación? Hay mucho en juego, intereses geopolíticos, dinero, poder. No será fácil. En Australia la batalla con Facebook no duró mucho y hubo un compromiso de última hora con el gobierno. Pero las líneas de la batalla han quedado definidas y veremos más luchas en un futuro.

¿A qué dificultadas nos enfrentamos hoy en día para acceder a una información contrastada?

J. B.: Son muchos años los que llevamos los medios de información luchando contra las fake news o informaciones falsas, que llegan desde gabinetes ministeriales de ciertos países que buscan promover la desinformación para su beneficio, bien sea a nivel nacional o internacional.

Tampoco podemos olvidar a los gigantes tecnológicos como Google o Facebook que ponen sus plataformas al servicio de las fake news, directa o indirectamente, al aplicar controles claramente insuficientes sobre lo que se comparte en sus canales a cientos de millones de personas.

Vivimos en un mundo de conveniencia donde nos lo tienen que dar hecho. Es mas fácil leer una noticia en mi muro de Facebook que ir a contrastar esa noticia a un medio serio, más aún si tienes que pagar una suscripción para acceder a esa noticia. Además, con millones y millones de páginas web, estamos bombardeados por demasiada información y desinformación. Es agotador y mucha gente no se preocupa en cuestionar si eso que leo en mi muro o recibo por WhatsApp es verdadero. Si a mí me parece verdad, ya lo considero suficiente. Es mi sesgo de confirmación.

¿Considera desmesurado el poder de las redes sociales, de poder banear opiniones que sean contrarias al pensamiento políticamente?

J. B.: Nuevamente los algoritmos vuelven a convertirse en juez y parte del mundo online, estas empresas deciden qué perfiles deben bloquear o banear, ante la escritura por parte del usuario de algún término “delictivo” dentro de su libro blanco de estilo. En algunos casos está claro, como incitación a la violencia, acoso, etc. Pero, en otros casos forma parte de la libertad de expresión y la censura que se puede aplicar no deja a nadie indiferente. Es demasiado poder en manos de una empresa privada, cuando esa empresa es el portal en el que millones de personas reciben información y noticias.

No puede ser una plataforma digital por sí sola la que decida cancelar una cuenta por ejemplo de un político, tal y como ha pasado recientemente con Trump. Podemos estar o no a favor de sus rudos comentarios, sus teorías de la conspiración, sus mentiras constantes, odio hacia muchos sectores de la población que no piensan como él…, pero la regulación, que siempre es necesaria, debe ser hecha por el pueblo soberano, por los Estados y por la justicia, y no por una decisión potencialmente partidista de una empresa. ¿Un oficial electo, un presidente electo puede ser silenciado por una empresa privada cuando esa empresa es el canal de comunicación primordial para ese político? Estamos en un mundo en donde ciertas corporaciones tienen más poder que el estado. ¿Cuáles son sus intereses? ¿Quién controla al controlador? Hoy le toca a uno y mañana a otro, y antes de que nos demos cuenta estaremos en una cultura de la cancelación en la que la libre expresión desaparecerá y con ello la libertad.

¿Cree que la solución está en el periodismo constructivo?

El periodismo constructivo se define como una alternativa para reforzar la confianza de los lectores, un periodismo que sea más atractivo para todos y que elimine la desconfianza que la pandemia parece que ha acrecentado en los medios de comunicación. Es un periodismo que se enfoca en ver el mundo desde una perspectiva positiva y no siempre negativa.

Frente al periodismo tradicional, donde la información es el eje vertebrador, este nuevo modelo busca ensalzar iniciativas y ejemplos que mejoren la vida de todos, una forma de actuar que ya muchos medios hemos implementado desde nuestros inicios de una forma independiente y honesta.

Este movimiento, con una clara consolidación en los países anglosajones, ha demostrado que distribuir información positiva y reflexiva, buscando soluciones más que victimismo, aquella que te permite ver la vida con otro color, frente al dramatismo del que tanto se sufre hoy en día, favorece una mayor conexión del lector y los anunciantes con el redactor y el medio.

Cuando se habla del “cuarto poder”, no creo que haga referencia al poder para censurar que estamos presenciando. La información es poder, pero la desinformación es todavía un poder más grande o al menos más destructivo. Frente a esto, el ciudadano necesita abrir su mente y contrastar la información, buscar medios que verdaderamente analicen la realidad sin estridencias, sin “ciberanzuelos”, para así llegar a conclusiones cuanto menos contrastadas. La realidad quizás no sea a veces la que nos gustaría ver, y leer noticias que nos reconforten, aunque no sean ciertas, es escapismo. Yo prefiero la verdad.

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Rufino Contreras
Rufino Contreras

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