Content as a Service: Un nuevo paradigma en la gestión de contenidos

Juan Gascón Vera, consultor de Banca de Sopra Steria.

Publicado el 27 Jun 2017

Juan Gascón Vera, consultor de Banca de Sopra Steria

Frente a los modelos tradicionales de Gestores de Contenidos, más conocidos como CMS por sus siglas en inglés (Content Management System), en los que el gestor estaba ligado al canal en el que se publicaban los contenidos y asumía la lógica de presentación; ha surgido recientemente un nuevo paradigma denominado Content as a Service o de forma abreviada CaaS. Se trata de una arquitectura desacoplada en la que el gestor de contenidos exclusivamente tiene la función de almacenar y servir contenidos carentes de formato de presentación al canal, dispositivo o medio que la demande.

Como primera aproximación, podemos enumerar los tres principales actores que se distinguen en una arquitectura CaaS: La fuente, la nueva arquitectura de gestión de contenidos y el receptor de los contenidos.

Por lo que respecta a la fuente, el origen de los contenidos puede ser enormemente amplio: un usuario o redactor, un proceso de negocio u otros gestores de contenidos en el caso de que queramos aglutinar diversos repositorios en uno solo.

Los tres actores que se distinguen en CaaS son la fuente, la nueva arquitectura de gestión de contenidos y el receptor de los contenidos

El CaaS, que es el objeto principal de nuestro estudio y el núcleo de toda la solución, tendría como función recepcionar, almacenar y exponer los contenidos. Algunos autores también incluyen entre las funciones de un Content as a Service la gestión de acceso a la información, la facturación en el caso de contenidos de pago y la personalización. Pero siendo puristas todas esas funciones se pueden llevar a cabo por módulos específicos como es el caso de los API managers, módulos de pricing&billing o módulos de personalización, respectivamente.

Y por último, el consumidor de los contenidos. Los contenidos pueden ser consumidos por variedad de dispositivos, desde un teléfono móvil hasta un display de un aeropuerto, un cajero automático, una impresora, un Smart tv o, por qué no… un frigorífico; y por un número igualmente amplio de canales: páginas web, aplicaciones móviles (híbridas o nativas) o redes sociales por citar sólo algunos. En realidad, cualquier sistema puede ser un potencial consumidor de contenidos, no sólo un canal, también, por ejemplo, una herramienta de BI u otro Gestor de Contenidos.

Para la integración con los otros actores de la arquitectura, un CaaS publica un conjunto de APIs que permiten crear y consumir contenidos, e intercambia la información utilizando cualquiera de los formatos estructurados más extendidos: XML, o más frecuentemente, JSON.

En realidad, cualquier sistema puede ser un potencial consumidor de contenidos

Una de las funciones principales de un CaaS es la de modelar el contenido, es decir, definir la estructura que cada tipo de contenido va a tener. Esta estructura debe ser dinámica y flexible de forma que pueda ser modificada en cualquier momento de la vida del sistema a medida que las demandas del negocio vayan evolucionando. Esta tarea es sin duda fundamental, ya que va a condicionar la información que podremos poner a disposición de nuestros consumidores y por tanto, las posibilidades de presentación.

Un CaaS también debe organizar el contenido en categorías y añadir las etiquetas o atributos semánticos vinculados a cada contenido para que nos sean fácilmente localizables cuando un consumidor los requiera y para que permitan crear relaciones que faciliten al usuario descubrir otros contenidos nuevos a medida que navega por ellos; así como facilitar la creación de contenidos mediante un interfaz adecuado, aunque como ya hemos comentado, también podemos utilizar las APIs para crear contenidos desde fuentes externas. La creación de contenidos vía API cobra una especial importancia en procesos de migración en los que nos enfrentamos al decomisionamiento de antiguos sistemas legados que debemos reemplazar.

Por último, debe también gestionar los flujos de aprobación y traducción de contenidos, para verificar que estamos exponiendo un contenido que ha sido verificado y validado así como para facilitar la localización de la información.

En definitiva, un CaaS debe centrarse en la esencia de su función, esto es la gestión de los contenidos, aportando simplicidad y eliminando todas aquellas funciones relativas a la presentación. Podríamos decir que un CaaS hace menos, pero lo hace mejor.

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Redacción

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