OPINIÓN: Futurum est Quantum

Por Bernardo Villazán Gil, co-director Cátedra de Industria Conectada Universidad Pontificia Comillas ICAI.

Publicado el 10 Dic 2019

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En 1982, el Premio Nobel de Física Richard Feynman concibió la idea de emplear partículas sub atómicas en un diseño teórico radicalmente distinto, y extremadamente potente, de ordenador, al que denominó quantum. La posibilidad de existencia de estas partículas en más de un estado distinto permitiría realizar operaciones y cálculos prohibitivos para la lógica binaria. En binario, un bit es la unidad elemental de información y puede adoptar uno de dos estados. El concepto Quantum emplea quantum bits o qubits, que pueden representar todos los estados posibles de un punto en la superficie de una esfera, gracias a que estos pueden superponerse. Conviene recordar que en esos años 80 del siglo pasado, comenzaba el despliegue de los ordenadores personales y la llamada revolución digital cobraba forma. Las Tecnologías de la Información y de Comunicaciones han estado cada vez más presentes en empresas y hogares.

El concepto Quantum emplea quantum bits o qubits

Resolviendo problemas o creando necesidades, y en escasas décadas, las sucesivas arquitecturas de ordenadores, espoleadas por la ley de Moore, nos han llevado más lejos, más fuerte y más alto. Tanto, que hemos logrado acercarnos a los límites físicos de la electrónica digital. Quantum se ofrece para llevarnos a partir de aquí al otro lado de esos límites, hasta el infinito, y más allá. Las grandes compañías tecnológicas, e incluso algunos gobiernos que identifican como geoestratégica esta tecnología, están realizando inversiones relevantes en investigación y desarrollo. Algunos anuncian ya la llegada de la quantum supremacy, el momento en que los límites queden ya atrás, y los siguientes no seamos capaces siquiera de imaginarlos.

Conseguir la estabilidad de los qubits a la baja -extremadamente baja- temperatura necesaria sigue siendo hoy un reto tecnológico no menor. Mientras se resuelve, podemos ir redactando los enunciados de los problemas que pretendemos solucionar, incluso atrevernos a dar los primeros pasos detrás del horizonte. Contribuiremos así a pintar el cuadro desde dentro, paisaje, colores y personajes, incluso sonidos superpuestos con nuestras propias voces. Probablemente pasen varias décadas hasta que los nuevos ordenadores quantum se popularicen. Antes, la supremacía se habrá demostrado, y también las exponenciales capacidades de simulación y optimización de procesos.

No debe sorprendernos que sectores como energía o logística sean pioneros, tienen pendientes cuentas que saldar con los bits. Seguirán el resto de los sectores, nadie querrá quedarse al otro lado de la frontera conquistada. Los qubits llegarán a formar parte de la vida cotidiana de los nietos de nuestros nietos, o incluso en alguna generación anterior. Lógica de estados superpuestos en sus quantum gadgets les llevarán a plantearse nuevas preguntas y necesidades. Distinguirán entre nativos quantum y el resto, en una sociedad polarizada, y excluyente, si antes no somos capaces de colocar a la persona y su bienestar en el centro del futuro. Les propongo que vivamos en ausencia de miedo a lo tecnológicamente desconocido, y que dediquemos suficiente tiempo de calidad para aprender y desaprender, para volver a hacerlo a lo largo de toda nuestra vida. La curiosidad será el mejor antídoto contra el temor a quedarnos sin preguntas.

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Redacción Computing

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