Incertidumbres de un nuevo año

Un nuevo ejercicio empieza para las empresas, un año que desde el punto de vista neutral podría ser favorable en términos de empleo y expectativas en la industria TIC.

Publicado el 05 Ene 2018

El sector parece que se ha sacudido las últimas secuelas de la crisis y, en términos generales, los proveedores de tecnología apuntan sus previsiones en números negros. La AEC ha cerrado un convenio con los sindicatos mayoritarios, algo que anima un sector tan condicionado por los márgenes como el de los consultores TI.

Pero dos nubarrones se aferran a nuestro horizonte, dejándonos incapacidad para ver el futuro y abocándonos a un desasosiego sin precedentes. A la falta de visión y debilidad del gobierno para poder forjar unos presupuestos que incentiven la economía, el empleo de calidad y una estrategia digital sobre el terreno, hay que añadir el largo túnel del procès catalán, un viaje a ninguna parte en el que todos estamos embarcados sin haber necesariamente adquirido el pasaje.

Un penoso viaje, sin ningún capitán que tome el timón y trace singladuras sensatas, en el que cada grupo de interés rema para su lado, dejando una nave inoperante con riesgos de empezar a hacer aguas. A fecha de 27 de diciembre, ya se contabilizaban 3.160 las empresas que habían trasladado su sede social fuera de Cataluña a otras regiones españolas. De esta cantidad, unas 1.000 han cambiado de sede fiscal, según informa la Agencia Tributaria, lo que sí toca de lleno en la línea de flotación de la economía catalana.

Dos realidades que no son compatibles: utopías decimonónicas frente al pragmatismo del siglo XXI

Las 62 principales empresas que han tomado las de Villadiego, suponen un impacto directo en el PIB de más de 11.500 millones, un 5,4% de la economía catalana y un 1% de la española en su conjunto, como informa Expansión. Son dos universos paralelos, el de la diferenciación identitaria nacional y el de la globalización de las empresas como sello del mundo actual. Dos realidades que no son compatibles: utopías decimonónicas frente al pragmatismo del siglo XXI; que no quiere más etiquetas ideológicas que una sociedad digitalizada, regida para y por la tecnología, y enfocada hacia las personas, en su calidad de consumidores de servicios.

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Rufino Contreras
Rufino Contreras

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