La entrada de un nuevo año siempre se interpreta como una catarsis; como un punto de inflexión a partir del cual trazar nuevas ideas y encauzar los objetivos de la empresa y fijarse las metas más próximas. En los comités directivos se evalúan las posibilidades y todos los informes son pocos para poder atinar con la dirección correcta que debe tomar la organización. Lo que ya es indiscutible es que la tecnología debe contemplarse como uno de estos factores, si no el principal, para acometer nuevas iniciativas. En el capítulo de las TIC las asignaturas son diversas y es acuciante asumirlas para poder trazar una estrategia corporativa exitosa que pasa forzosamente por culminar una transformación digital integral que se encuentre en sintonía con el mercado del siglo XXI.
La seguridad es otro ámbito perentorio que los CEO deben coger por los cuernos, dada la entrada en vigor el próximo año del nuevo Reglamento de Protección de Datos de la UE y de la torrencial virulencia del malware cada vez más inteligente y nocivo. Big Data e Inteligencia Artificial ya son dos siameses imprescindibles que pueden dotar a los negocios de una capacidad predictiva sin precedentes. Adelantarse a las necesidades del cliente es otra premisa en la que pueden ayudar estas herramientas que resultan imprescindibles para cualquier compañía, independientemente de su tamaño y su sector de actividad. Internet de las Cosas es un área en plena expansión que va a revolucionar los mercados y sacar a la luz una nueva aproximación de los proveedores a sus clientes privados y administraciones públicas. Unos desafíos, en suma, que desglosamos a continuación y que deben formar parte de la agenda del CIO, que a su vez debe acompañar a la metamorfosis de su compañía, ayudando a liderar y gestionar estos cambios inexorables.
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