Es el momento en que tienes a tu disposición el directivo de una compañía para que pueda trasladarte la mayor información posible de su organización y de su oferta tecnológica. Para la empresa también es un momento oportuno y en el que abrir sus puertas a las publicaciones, intentando ser cercana y lo más diáfana posible. Sin embargo, en muchas ocasiones terminamos visitando ‘lugares comunes’ y las cuestiones delicadas, son las más de las veces respondidas con evasivas o con excusas del estilo “no disponemos de estos datos, pero te los haremos llegar”.
No nos cansamos de leer y escuchar que las empresas tienen que ser transparentes, algo que está cambiando con el empuje de las redes sociales. Sin duda, la opacidad termina erosionando la imagen, pues hoy más que nunca los clientes tienen la necesidad (y el derecho) de acceder a información fiable y a ser escuchados. Los directivos tienen que entender que los mensajes grandilocuentes a los que se aferran son palabras, palabras muy atractivas, pero que de tanto repetir pueden perder brillo para la audiencia.
De hecho, siempre me ha llamado la atención que cuando un directivo cambia de empresa, suele cambiar sus trajes y sus corbatas, su tarjeta de visita y hasta su look personal. Pero el discurso sigue siendo el mismo, solo que en esta ocasión con distinta marca de proveedor. Los departamentos de marketing tienden a medir sus comunicados con un dogmatismo excesivo, con pánico a extralimitarse por las exigencias de sus gabinetes jurídicos. Para lanzar una nota de prensa, en algunas multinacionales la tienen que leer y revisar un número de personas inaudito antes de lanzarlas a los medios. Yo les aconsejo, menos presión y más naturalidad.
