Gamificación o cómo mejorar los procesos aplicando dinámicas de juego

Sergio Pascual, Consultor senior especialista en el área de Customer Experience en Techedge España.

Publicado el 03 Dic 2018

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Vamos a jugar a un juego. A lo largo del siguiente artículo presentaré un sencillo acertijo. Hay oculta entre todas las letras el nombre de un conocido personaje mágico, coprotagonista en una famosa saga de fantasía. Os animo a encontrarlo.

Qué es la gamificación

La ludificación, o conocida más habitualmente por el anglicismo gamificación, consiste en la aplicación de técnicas que normalmente se reservan para el mundo del juego y del ocio en situaciones que a priori no son recreativas. Aprovechar las dinámicas del juego para mejorar algunos procesos.

Hablar de juegos en el entorno laboral es prácticamente un tabú. Pero haznos caso: jugar no es una cosa de niños. Bien aplicadas, las técnicas apropiadas de ludificación dentro del entorno empresarial puede dar unos frutos más que sorprendentes.

Al jugar nos tenemos que enfrentar a un reto y para poder resolverlo:

Gestionaremos recursos. Deberemos tomar decisiones, y demostrará nuestras capacidades de liderazgo. A veces tendremos que salir de nuestra zona de confort. Son tareas a las que no estamos acostumbrados a realizar, pero nos obliga a exponernos.

Nos exigirá superarnos para completarlo. Dar un paso más allá. Debemos aplicar nuestros conocimientos. Antes de resolverlo tendremos que interactuar con nuestro equipo. Fomento de las dinámicas de grupo.

La creatividad será estimulada, así como el pensamiento lateral, que nos ayudará a afrontar los problemas desde un punto de vista novedoso y favorecerá un incremento de la satisfacción y autoestima en cuanto logremos resolverlo.

Lo que la gamificación no es

En el imaginario colectivo existe la idea de que gamificación es sinónimo de jugar en el trabajo. Y esto no es exactamente así.

Tal vez ya estamos acostumbrados a realizar técnicas de construcción de equipos (o team building, en inglés). Jornadas que se destinan a la diversión directa con la intención de que nuestros equipos se conozcan mejor y realicen un mejor trabajo.

Es posible que hayamos oído hablar de la aplicación de técnicas de juego de rol (o role playing) para ciertas partes del proceso de la selección de empleados. Al candidato que se le entrevista para poder formar parte de un equipo de ventas, por ejemplo, se le puede hacer simular la llamada telefónica en la que tendrá que vender el último y más novedoso de nuestros productos a un supuesto cliente.

Pero todo esto estaría relacionado con el aprendizaje basado en juegos, no con el concepto de gamificación. La gamificación debería incorporar mecanismos utilizados en juegos, o sus dinámicas como parte de procesos en los que no deberían ser identificados en un primer término como ludificables. Por ejemplo, la inclusión de rankings basados en puntos, insignias, y logros dentro del proceso de ventas de nuestra organización.

Ejemplos de gamificación

Tal vez no seamos conscientes de cómo estas técnicas de gamificación se han ido haciendo un hueco entre nosotros. Estamos acostumbrados a utilizar aplicaciones como Linkedin en los entornos laborales, y es posible que no hayamos sido conscientes de la parte lúdica de su uso. Cada vez que damos un “me gusta” estamos dando un punto en un artículo. Cuantos más “me gusta”, mejor es nuestra puntuación.

En el imaginario colectivo existe la idea de que gamificación es sinónimo de jugar en el trabajo

Tenemos el caso de Duolingo que nos propone aprender un idioma nuevo de forma divertida y casi adictiva. Tenemos una racha que se va incrementando según seamos regulares haciendo nuestros deberes. Tenemos vidas que iremos perdiendo si las respuestas no son correctas. Si “morimos” tendremos que repetir las lecciones hasta que las demos por aprendidas.

O el de Habitica, que nos propone gamificar nuestro día a día y que la gestión de tareas sea un juego de rol, en el que cada vez que completemos una tarea se nos premie con puntos de experiencia. Jugando encontraremos la fuente de motivación necesaria para poder ir al gimnasio todos los días.

Tenemos las pulseras de cuantificación con las que podemos saber cuál ha sido nuestra actividad diaria. Nos propone un reto diario de pasos a realizar, o un número de horas que deberíamos dormir. De nuevo, un reto y la satisfacción de poder cumplirlo y compartirlo, nos ayuda en el día a día.

Gamificación y los sistemas de información

La generación millennial ha crecido con un mando de consola en la mano. Y no se han desprendido de él. El juego forma parte de su vida a través de videojuegos que no han dejado de jugar en ningún momento. Según el estudio de la AEVI (Asociación española de videojuegos), la franja de edad de jugadores a videojuegos se amplía: el 54,3% de adultos entre los 30 y los 44 años juega a videojuegos. Aprovechemos esta inercia y apliquémosla a las dinámicas de los juegos en nuestros sistemas de información.

Podemos añadir la narración y la épica de los videojuegos para convertir las tareas más aburridas y repetitivas en tareas que generen motivación y diversión. Podemos crear un sistema de recompensas que motiven a nuestros equipos en la consecución de objetivos.

Pero todo esto no sólo podríamos aplicarlo dentro de nuestra casa. También podemos aplicar estas técnicas hacia el exterior. Mediante el juego podemos hacer que nuestros clientes naveguen por nuestra web de forma divertida, y pasen más tiempo en ella. Tenemos los programas de fidelización con el cliente, que también pueden ser orientados hacia el juego.

La gamificación cada vez está más extendida. Gracias a esto ya hay herramientas que facilitan la adopción de una forma cada vez más sencilla en los entornos laborales. Trabajar se puede convertir en una experiencia más agradable y atractiva cuando disponemos de los instrumentos necesarios para introducir la ludificación en nuestros entornos. Aprovechemos esto. Dejemos a nuestros equipos que crezcan implicándose en la superación y la autosatisfacción.

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Redacción

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