Visión del directivo: Un 2019 para interconectar el mundo

Marta Martínez, Presidenta de IBM para España, Portugal,Grecia e Israel

Publicado el 19 Feb 2019

Marta Martínez Presidenta de IBM para España, Portugal, Grecia e Israel

La creciente interacción entre hombre y tecnología está transformando más que nunca los negocios y nuestra vida cotidiana en general. Me gustaría poner algunos ejemplos: la robótica colaborativa cognitiva ya nos permite relacionarnos de forma personalizada con robots. Recientemente hemos podido ver cómo trabaja el robot con IA de ABB Yumi, capaz de servir un café o dirigir una orquesta. La tecnología blockchain ofrece una trazabilidad completa, segura y absolutamente transparente en las transacciones comerciales. Por ejemplo, Carrefour la utiliza ya en sus supermercados para garantizar la veracidad y fiabilidad del origen y tratamiento de su pollo campero, criado sin antibióticos. Los servicios inteligentes basados en plataformas cloud aplicados a la vida cotidiana ya son una realidad. Los ascensores y escaleras mecánicas de Kone interactúan en la nube enviando miles de datos por segundo, para ser analizados en tiempo real y así poder optimizar su mantenimiento.

Hay muchísimos ejemplos que demuestran el enorme valor que surge de la interacción de las personas con la tecnología. ¿Pero ha alcanzado todo su potencial? Nos encontramos en el momento de reflexionar cómo desenvolvernos para que esta transformación tecnológica aporte el máximo valor a las organizaciones y a la sociedad en general. A lo largo de la historia hemos visto que los cambios tecnológicos profundos son siempre complejos. Por ejemplo, hoy, una transacción realizada en el móvil o en la web pasa de media por 35 sistemas diferentes, un 60% más que hace cinco años. Cloud no es un entorno único ni sencillo. La inmensa mayoría de empresas tienen múltiples plataformas y proveedores cloud, con entornos, aplicaciones y datos dispares. Muchas de las nuevas soluciones propietarias están ‘atrapando’ y condicionando aspectos clave de la arquitectura tecnológica de muchas empresas. Mientras el ciberdelito no deja de crecer, los departamentos de seguridad corporativos utilizan unos 80 productos diferentes de 40 proveedores distintos…

La transformación tecnológica solo tiene sentido como base para la transformación del negocio

Modernizar es la clave

Sin resolver toda esa complejidad, será muy difícil avanzar. Viéndolo en perspectiva, se ha avanzado mucho, pero solo en las áreas más sencillas y menos valiosas, casi todo lo más relevante está por hacer. Un 80% de las cargas de trabajo, las más críticas e importantes, están aún en arquitecturas tradicionales. Modernizar ese 80% es la clave para responder a las nuevas necesidades de transformación de los negocios. Y para conseguirlo, es necesaria una aproximación más integradora y abierta. Es necesario disponer de una sólida arquitectura tecnológica. Desde nuestro punto de vista, hay tres criterios fundamentales para abordar con éxito esta nueva etapa: La tecnología y la arquitectura tienen que ser abiertas, lograr la integración necesaria y asegurar la evolución a futuro del entorno tecnológico La aproximación tiene que ser especializada para cada industria, porque la transformación tecnológica solo tiene sentido como base para la transformación del negocio. Estamos hablando de una modernización que gira alrededor de los datos de cada empresa, cuyo fin es incorporar valor y capacidades nuevas a todos los procesos de negocio.

Por eso, en la arquitectura tecnológica básica, en las aplicaciones e incorporación de nuevas capacidades como blockchain, en la capa adicional de inteligencia artificial, el expertise tecnológico tiene que ir de la mano del expertise industrial. Los cambios tienen que ser seguros y merecer la máxima confianza. Cuando vamos a cambiar aspectos esenciales de cómo funcionan las empresas, las instituciones, el trabajo, de cómo funciona literalmente el mundo, es necesario poder confiar y poder generar confianza. La transparencia es imprescindible. La inteligencia artificial, por ejemplo, no puede ser una caja negra. Si una solución de inteligencia artificial no puede explicar su funcionamiento, si no puede evitar o resolver sus posibles sesgos, no debería utilizarse. A lo largo de los últimos cinco años hemos avanzado mucho. Hemos entendido las posibilidades de la tecnología, pero también nos hemos hecho conscientes de la complejidad. Ahora es el momento de entender bien qué hay que hacer para poder gestionar esa complejidad y profundizar hacia una transformación de más valor para el negocio. En definitiva, estamos en un momento decisivo.

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Redacción

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