Cuando se teclea la palabra Linux en Google, la primera respuesta del buscador que se obtiene no es la esperada, sino una página de Microsoft dedicada a glosar las virtudes de Windows. Más o menos lo mismo que ocurre en otros buscadores y medios de comunicación al efectuar una operación similar. No se trata de una casualidad, por supuesto. El gigante de Redmond tiene buenos motivos ahora para tomarse muy en serio al código libre en todo el mundo y también en España, donde el número de empresas que proporcionan servicios sobre software libre se ha multiplicado por cuatro en los últimos 18 meses. Es la respuesta a una demanda que va en aumento. El mercado global de Linux creció un 25 por ciento en 2004 y un 20 por ciento en 2005, según cifras aproximadas de IDC.
Pero esta demanda no está exenta de contradicciones. Entre las que destaca el II Libro Blanco del software en España, en el que figura la dispersión de esfuerzos en los proyectos Linux que se desarrollan en la Administración Pública. Nuestras Administraciones se han inclinado por el código abierto antes que las de otros países, pero esta apuesta se traduce en casi tantas distribuciones como autonomías, como la extremeña Linex, la valenciana Lliurex o la vasca Ehux, entre otras.
Esta dispersión no es algo inédito en el ecosistema `open source´, donde decenas de distribuciones distintas coexisten, en ocasiones para competir y a veces para complementarse. Pero cuando son una mera duplicación de esfuerzos es preferible aprovechar mejor la base común y desarrollar sólo las adaptaciones realmente necesarias, como comienza a hacerse en algunas autonomías.
Sin embargo, incluso con estos inconvenientes y otras debilidades que reconoce el citado II Libro Blanco, el código abierto sigue abriéndose paso en la Administración. No es casual que los dos últimos superordenadores anunciados en España empleen código libre. Marenostrum, instalado en el Centro Nacional de Supercomputación de Barcelona por IBM, que utiliza SuSE Linux, y el futuro Finis Terrae, que HP e Intel instalarán en el Centro de Supercomputación de Galicia en Santiago, y que usará una distribución de Linux todavía por determinar.
En el escritorio doméstico dominado por las soluciones propietarias, especialmente Windows y Office de Microsoft, la presencia del código abierto sigue siendo escasa. En este sentido, no ha cambiado la situación que ya se reflejaba en el estudio Linux y la revolución del software de código abierto, publicado por el e-business Center en 2003.
A cambio, el código libre mantiene su progresión en la empresa privada. HP, que junto a IBM, Sun Microsystems y Dell encabeza el ránking de servidores vendidos en España, según IDC, afirma que en este segmento del mercado informático Linux es el que más rápidamente progresa.
Sin embargo, en su conjunto, la consolidación de la demanda de software abierto en la empresa privada va más retrasada, como prueba que a finales de 2005 se contaban sólo 450 empresas españolas registradas que empleaban soluciones relacionadas con el código abierto. Así pues, ¿qué está frenando a la empresa española a la hora de adoptarlo?
Según el estudio del e-business Center del IESE, criterios de adopción de las Tecnologías de Información y Comunicación, las tres principales motivaciones de quienes toman las decisiones de compra son, por este orden, la racionalidad de los costes; la estandarización, es decir, la compatibilidad entre sistemas; y la libertad de poder cambiar sin quedar encerrados por costes de cambio prohibitivos o efecto lock in. Los proveedores de software libre creen que en estos tres aspectos su oferta destaca, así que algo no cuadra.
En su apartado dedicado al software libre, este estudio muestra que existen otras consideraciones significativas. A la hora de adoptarlo pesan también sus ventajas tecnológicas, las opiniones de los colegas del responsable de la decisión y la reputación del proveedor. Y para rechazarlo, incluso cuando el análisis de costes favorece al software libre, la mayoría de encuestados señala el papel clave del efecto lock in. Es decir, la dependencia de las empresas de los proveedores de sus actuales plataformas tecnológicas.
A este cuadro, explica el estudio, hay que añadirle el factor humano. Y es que las preocupaciones de los responsables de las estrategias tecnológicas no se limitan a los costes. Evitan en lo posible discrepar con los directivos de la empresa y tratan de no correr riesgos. Es decir, que los responsables de las compras tienden a elegir las soluciones que cuentan con mayor aceptación entre sus colegas, las tecnologías más implantadas en su sector. Dada esta conducta conservadora, el futuro del código libre en las empresas españolas dependerá en gran medida de la evolución del entorno.