Con la adquisición de O2 –presente en Reino Unido y en Alemania-, Telefónica retoma así la senda europeísta en su política de expansión después de que hace años lo intentara en vano mediante la compra de licencias de 3G, como sucedió en Alemania y Francia.
La operadora española diversifica además su presencia, hasta ahora muy centrada en Iberoamérica, para volver a Europa, donde el pasado mes de abril ya se hizo con la operadora checa Cesky Telecom. Según los datos que maneja la compañía, la aportación de Europa al Ebitda de la compañía crecerá del cinco al 21 por ciento, mientras que la participación de Latinoamérica se reducirá del 34 al 28 por ciento tras la adquisición de O2. Por su parte, los ingresos procedentes de las operaciones en España bajarán del 61 al 51 por ciento.
La operación, la mayor afrontada por una empresa española en el extranjero, permitirá a Telefónica Móviles incrementar su cartera de cliente con 25 millones de usuarios distribuidos por Reino Unido, Alemania e Irlanda. El operador británico, que en su día fue filial de British Telecom, mantendrá su nombre de marca.
Telefónica, que pagará la operación en metálico, afrontará la adquisición acudiendo a deuda, para lo que suscribirá un crédito puente con Citigroup, Goldman Sachs y Royal Bank of Scotland.