El futuro de la universidad: hacia el humanismo tecnológico

Por Emilio Lora- Tamayo, Rector de la Universidad Camilo José Cela.

Publicado el 15 Feb 2022

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La tecnología, y más concretamente, el avance de la inteligencia artificial y el big data, está influyendo significativamente en la transformación estructural del sistema educativo y de las universidades. Esto es así porque el progreso de los estudiantes se podrá medir y las universidades seremos capaces de adaptar sus estudios a aquellas necesidades individuales que vayamos conociendo gracias a los datos recopilados de cada uno de los alumnos, lo que conocemos como analítica del aprendizaje o learning analytics. Las universidades debemos comprometernos no solo a reformular nuestras propias prácticas docentes, sino a repensar los propósitos de la educación superior formal en la sociedad del aprendizaje del tercer milenio y del aprendizaje a lo largo de toda la vida. Esta nueva universidad deberá avanzar hacia un ecosistema abierto y colaborativo, con un modelo de gestión centrado en los datos, que proporcionarán el conocimiento necesario para personalizar la enseñanza y anticiparse a las necesidades del aprendizaje de cada alumno.

Al inicio de la pandemia, desde la Universidad Camilo José Cela abrimos el debate a una comunidad internacional de innovadores, en un Think Tank donde participaron 100 rectores y vicerrectores de diferentes universidades del mundo, empresarios, estudiantes, profesores y otros profesionales del sector de la educación formal y no formal, que debatieron en torno a la urgente transformación del sistema universitario para propiciar un cambio real y la consiguiente transformación de la educación. Esta iniciativa nos ha permitido reflexionar sobre cómo la universidad necesita evolucionar para adaptarse al nuevo escenario al que nos enfrentamos.

No olvidemos que esta gran revolución digital en la educación debe ir acompañada de unos valores cívicos y éticos

El alumno, en el centro

Este ha sido el punto de partida del Global Education Forum, un evento y un movimiento que hemos puesto en marcha recientemente para, a partir de la situación disruptiva derivada principalmente de la pandemia, acelerar nuestra reflexión sobre el futuro de la educación y enfocar su transformación a las necesidades de la nueva sociedad. Todo este trabajo colectivo ha generado un informe destinado a servir de punto de partida para provocar una reflexión mayor, con el máximo alcance posible.

Hemos concluido que la Universidad del futuro ha de diseñarse con el alumno en su centro, con un aprendizaje personalizado, con contenidos multidisciplinares y con capacidad para promover, tanto el compromiso cívico como el espíritu emprendedor, a través de itinerarios creados conjuntamente, con modalidades presencial o a distancia según las necesidades, apoyadas también en la realidad aumentada y en la realidad virtual. El campus ha de superar su dimensión física y diseñarse desde una perspectiva abierta, interactiva e híbrida, cuya necesidad y eficacia ha quedado demostrada durante la pandemia.

Hoy vivimos inmersos en una nueva era, en la que ya no es posible hablar de educación si no la vinculamos al uso intensivo de las tecnologías. Una educación digital que se abre camino a velocidades vertiginosas y que nos lleva a replantearnos todo el modelo educativo tal y como lo conocíamos hasta ahora. Otra área imprescindible que ha llegado a un punto de no retorno en los espacios de educación superior la constituyen los formatos y los recursos educativos, que tienden a los contenidos multimedia. Las clases son más interactivas, fundamentadas en un aprendizaje activo con estudiantes más participativos, y con un nuevo rol del profesor, más cercano al mentor que tutele, oriente y corrija los trabajos.

De hecho, el papel de los profesores para motivar el aprendizaje será fundamental. Los nuevos métodos docentes, apoyados en las nuevas tecnologías, deben enseñar al alumno, entre otros aspectos, a cómo clasificar y reclasificar la información que reciben, cómo evaluar su veracidad, cómo cambiar las categorías cuando resulta necesario, cómo moverse de lo concreto a lo abstracto y viceversa y cómo considerar los problemas desde nuevas perspectivas y con visiones interdisciplinares.

Aulas multiculturales

Es cierto que hablamos ya de aulas multiculturales, inteligentes y diversas en las que coincidirán alumnos procedentes de diferentes partes del mundo de forma real o virtual, en las que serán habituales las posibilidades de compartir experiencias de expertos de todo el mundo a través de redes y plataformas. Esa posibilidad de compartir recursos de aprendizaje, información y conocimiento entre profesores y alumnos enriquecerá sin duda a ambas partes.

La evolución tecnológica también tendrá su impacto en la reorientación de la oferta educativa existente hacia sectores nuevos y emergentes. Ya lo estamos viendo con el nacimiento de carreras y posgrados de enfoque disruptivo. Sin olvidar la formación en emprendimiento de base tecnológica, trabajo en equipo, gestión de proyectos y gestión de carrera y prospectiva personal. Pero no olvidemos que esta gran revolución digital en la educación debe ir acompañada de unos valores cívicos y éticos, por lo que tendremos que ser también capaces de trasmitir a los alumnos todas aquellas competencias que les permita desarrollar el humanismo en todas sus facetas, cultivando lo que podríamos llamar el ‘humanismo tecnológico’.

El centro educativo tendrá que proporcionar un modelo que cubra todo el ciclo vital de cada estudiante puesto que ha quedado patente en esta reflexión que es necesario aprender, desaprender y reaprender a lo largo de toda la vida. Un aprendizaje que sea capaz de desarrollar ese humanismo tecnológico, que incluya las habilidades y herramientas que el mundo actual nos exige y que conduzca a un nuevo Renacimiento del siglo XXI. Los alumnos, además de adquirir conocimientos, tendrán que adquirir capacidades como la creatividad, el espíritu crítico, la resiliencia, el trabajo en equipo y el compromiso social.

La universidad del futuro será más digital, flexible y personalizada. Un espacio innovador de generación de conocimiento y de nuevas profesiones, más abierta, colaborativa e internacionalizada. Una universidad que juegue ese papel estratégico esencial en la competitividad de los países y en la construcción de una sociedad avanzada, sostenible y de progreso.

Más artículos como este en el Anuario Computing 2022.

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Redacción

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