Sin brotes y sin luces

Nuestro poder ejecutivo y el sistema parlamentario que lo arropa nos ha hecho zozobrar y naufragar.

Publicado el 08 Abr 2013

Ya ha pasado cerca de año y medio desde que Mariano Rajoy fuera nombrado Presidente del Gobierno en España y seguimos lastrados a una crisis galopante de la que nadie es capaz de sacarnos. Ni las luces al final del túnel ni los brotes verdes que vociferaban algunos, ni necedades similares sin argumentar, han dado resultado alguno. Ya se hablaba incluso que estábamos a punto de salir de la crisis con el mismo Zapatero; pero después, con la cruda realidad enfrente, se comenzó a justificar el paisaje desolador del país aludiendo a la incompetencia de nuestros gobernantes, fueran de la Administración Local, Autonómica o Central. A esto me sumo, era evidente, sobre todo si nos fijamos en su pésima gestión y desmedido interés personal, que han supeditado al interés social. ¿Quién saca entonces la solución debajo de la chistera? La respuesta sería que nadie, porque la magia no existe salvo para los indocumentados. Evidente es que nuestro poder ejecutivo y el sistema parlamentario que lo arropa nos ha hecho zozobrar en primer lugar y naufragar, no en una playa caribeña, sino más bien en una ciénaga infestada por alimañas dispuestas a devorar todo lo que queda de nosotros; y pensábamos que podríamos agarrarnos aún a un salvavidas que tiraría con fuerza, y que nos lamerían las heridas y que también nos arroparían sobre un manto de brotes verdes. Pero ese faro que buscábamos titila como en un día de tormenta en la Costa de la Muerte. ¿Y con qué nos encontramos entonces? Con un panorama desalentador que prosigue apretando, y ahogando, con una imagen paupérrima de este país, de sus gobernantes y de la cúpula social que los rodea y alimenta. Y sin salida. Al menos si somos cortoplacistas, pues hay un refrán que dice que ‘no hay mal que cien años dure’, actualizando una expresión de Sófocles. Algo es algo. Queda por tanto sobrevivir con los recursos y capacidades propios de cada uno, que los hay, o al menos hay que saber encontrarlos y explotarlos porque de ello depende, quizás en esta ocasión sí, que veamos esa tan afamada luz que dicen se encuentra al final del túnel.

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Ambrosio Rodríguez
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