Hacia la empresa definida por software

Raúl Coria, Digital Transformation Consultant en IPM

Publicado el 16 May 2017

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La sociedad está sometida a una constante metamorfosis. Irrumpen originales modelos de consumo, nuevos métodos de acceso a la información y herramientas de interacción humana que afectan a las personas tanto en su vida privada como profesional. Nuevas herramientas y aplicaciones basadas y gobernadas esencialmente por algoritmos. Vivimos inmersos en una nueva era, la Era Digital.

Televisores, terminales móviles, controladores térmicos, relojes inteligentes… Miles y miles de líneas de código definen el comportamiento de los dispositivos con los que convivimos y de las aplicaciones que consumimos, aportándoles inteligencia y haciendo que se adapten a nuestras necesidades. Este código cumple un objetivo primordial: hacernos la vida más fácil, ágil y flexible. Viéndolo desde el lado del marketing, influyendo en nuestra conducta como consumidores y modelando nuestra demanda en beneficio de los proveedores de servicios.

Esta digitalización ofrece tal libertad y agilidad que permite automatizar tareas y que sean ejecutadas en base a ciertas condiciones, aportando valor a los usuarios. Automatizaciones realizadas por los propios usuarios, por ejemplo, para activar o desactivar la conexión WiFi de su terminal en función de su localización GPS, ayudándoles a ahorrar batería y a reducir el consumo de datos.

Por otro lado, la sinergia entre diferentes servicios digitales amplía el abanico de posibilidades de forma exponencial. Redes sociales verticales como Strava o Endomondo ponen en contacto a miles de deportistas y se nutren de los datos generados por relojes inteligentes que son controlados a su vez desde el dispositivo móvil. Esta integración de soluciones incrementa la percepción del valor de cada uno de los servicios para el usuario.

“La latencia humana debe ser minimizada para reducir el ‘Time to Market’ en la entrega de servicios”

También hemos cambiado nuestro modelo de consumo. El uso de tiendas online de apps para plataformas móviles como Google Play o Apple Store hace que el uso de ‘marketplaces’ o portales de autoservicio ya no le sea ajeno a nadie. Es habitual el consumo de servicios ofrecidos desde un catálogo en el que el usuario puede consultar una oferta propuesta a su medida, ver el detalle de condiciones y definir ciertos parámetros de configuración durante la petición.

En muchos dispositivos como televisores y terminales móviles convergen acciones frecuentes de la vida personal de los usuarios como la compra de bienes de primera necesidad, el consumo de entretenimiento audiovisual, la interacción mediante redes sociales y una larga retahíla de actos cotidianos. Por otro lado, al estar basadas en software, esas aplicaciones pueden ser consumidas por un mismo usuario de forma holística desde diferentes dispositivos independientemente de su arquitectura, desde un terminal Android o un SmartTV, por ejemplo, tal y como puede visualizarse Netflix.

Las empresas deben adoptar y aprovechar las ventajas de la Era Digital

Cuando extendemos las ventajas que nos ofrece el software en nuestro ámbito más personal se origina una extraña paradoja. Al cruzar el umbral de muchas organizaciones se deja atrás este modo de vida digital y se adoptan metodologías obsoletas, procesos arcaicos y herramientas ineficientes.

Pongamos el foco en las empresas y sus departamentos de TI para entender cómo el software puede ayudar en el proceso de mejora continua. En el día a día de una organización muchos procesos requieren de la participación de diferentes personas y departamentos. La entrega de un servicio se puede demorar días, semanas o meses tan solo por los tiempos de espera en la comunicación humana. En este punto surge un concepto poco conocido en las organizaciones al que llamaremos ‘latencia humana’. Esta latencia es el tiempo que transcurre entre una personas. Esta demora puede ser debida a muchos motivos como al desconocimiento en la forma de proceder, a la falta de tiempo o a razones de carácter personal como la procrastinación. En definitiva, lo que se puede hacer en minutos u horas tarda en finalizarse días e incluso semanas.

El Cloud Computing nos puede ayudar a mitigar esta latencia humana. La computación en la nube no solo trata de ‘dónde’ se están ejecutando los servicios, sino también de ‘cómo’ se entregan y se consumen. Si este modelo es implementado en las organizaciones se consigue reducir la intervención humana gracias a la automatización y la orquestación basada en políticas empresariales. Es en este punto en el que podemos conseguir transformar los procesos de la empresa haciendo consumidor de TI a cualquier trabajador de la empresa.

El consumo de servicios desde un portal de autoservicio facilita que un departamento ajeno a la TI, por ejemplo Recursos Humanos, pueda realizar el proceso de onboarding de empleados. Este procedimiento, habitual en toda empresa, se compone de una serie de acciones tales como: dar de alta al empleado en el software de la Seguridad Social, solicitar el equipo informático, crear un usuario en Active Directory, asignar un dispositivo móvil, etcétera. Esta serie de acciones que habitualmente son solicitadas de forma independiente y cada una por un canal propio podrían ser automatizadas mediante un flujo de trabajo que orqueste todas las tareas necesarias.

En IPM, como socio de valor de nuestros clientes, acompañamos en la modernización de la tecnología, en el rediseño de procesos y en la transformación de roles y personas, entendiendo que son acciones fundamentales para acometer la Transformación Digital. Adoptar nuevos modelos de consumo como el Cloud Computing permite a las organizaciones modelar la demanda de los servicios y disponer de una TI completamente alineada al negocio.

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Redacción Computing

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