2023: el año de la verdad

Francisco Hortigüela, Director General de Ametic.

Publicado el 26 Ene 2023

Francisco Hortigüela, Director General de Ametic.

Parece que fue ayer, pero han pasado casi tres años desde que comenzó la crisis sanitaria del Covid-19 que supuso el comienzo de la revolución digital de la economía, la sociedad y la industria. Por ello, es momento de hacer una reflexión para ver si realmente algo ha cambiado o seguimos igual. A primera vista, la respuesta parece que sí, que algo ha cambiado. Por ejemplo, nuestros hábitos. Ahora casi todos utilizamos las tarjetas bancarias virtuales en el smartphone incluso para pagar cantidades pequeñas, como un café. Antes de la pandemia ni se nos ocurría pensarlo. De hecho, tengo amigos que ya no llevan dinero físico, solo el móvil.

El teletrabajo se ha popularizado en todos los sectores y en todas las empresas. Es verdad que ahora hay un cierto retroceso en algunas compañías, pero entra dentro de la normalidad. Cuando se va muy deprisa, siempre hay una vuelta atrás. Estoy seguro de que se normalizará y aquellos que antes de la crisis del covid recelaban sobre si la gente podía ser igual de productiva desde sus casas, se han convencido de que es posible y que, incluso, la productividad puede mejorar considerablemente. Si alguien todavía tiene dudas, les digo lo que me transmitió un compañero de trabajo: “El que quiere trabajar, trabaja desde cualquier sitio; y el que no quiere trabajar, no trabaja ni en la oficina”.

Nuevas tecnologías para un nuevo mundo

Muchas empresas que antes al oír hablar de la nube les sonaba a que iba a llover; hoy se expresan sobre este concepto con naturalidad, como si hubieran estado trabajando con ella toda la vida, lo cual es tremendamente bueno porque aumenta la productividad y la seguridad.

Otro gran ejemplo es la inteligencia artificial. Antes, cuando se hablaba de IA nos sonaba a ciencia ficción, a robots humanoides y, si alguien utilizaba esta supertecnología, eran únicamente las grandes organizaciones. Sin embargo, hoy la consideramos una herramienta fundamental, transversal a todos los procesos y que se puede utilizar como el bálsamo de Fierabrás, que lo cura todo.

Tras el ataque de Rusia a Ucrania, hemos confirmado lo que habíamos descubierto con la pandemia: que Europa no es tan fuerte e independiente como creíamos

Y qué decir de la ciberseguridad. Si antes había cierta concienciación con la importancia de estar ciberprotegido, hoy, los constantes ataques cibernéticos y la crisis de Ucrania han convertido a la ciberseguridad en una de las grandes protagonistas de la digitalización. Y esto que es válido para las empresas y los ciudadanos, también lo es para las Administraciones Públicas. Podemos pensar que van a otro ritmo, pero cabe señalar que la inversión en digitalización del sector público el año pasado, según datos del Barómetro de Economía Digital de Ametic, ha crecido un 96%; y según datos europeos hemos mejorado en servicios digitales de la Administración pasando a ocupar el puesto número cinco de países con mejores servicios digitales, -hace un año estábamos en el puesto siete-. Por tanto, podemos concluir que hemos avanzado de forma muy significativa en estos tres últimos años y sentirnos muy satisfechos…pero nos engañaríamos, porque queda mucho por hacer.

Nos queda un año para asignar todos los fondos europeos, lo cual ya es un reto considerable, pero aún nos quedan dos retos más. Uno, que seamos capaces de ejecutarlos antes de finales del 2026, y el segundo y más importante, que estos fondos hayan conseguido su objetivo: mejorar la competitividad de Europa a través de la transformación digital y la transición energética, consiguiendo una Europa más competitiva, digital y sostenible.

Ser más competitivos no es una opción, sino una necesidad; especialmente después del ataque de Rusia a Ucrania, el cual ha confirmado lo que habíamos descubierto con la pandemia: que Europa no es tan fuerte e independiente como creíamos.

Objetivos de inversión para los fondos europeos

Este año es crucial para España, no solo para terminar de poner en marcha todos los planes definidos en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, sino también para que el dinero llegue definitivamente a las empresas y para que estas puedan empezar a trabajar en los planes de transformación digital y transición energética que necesitamos para mejorar nuestra competitividad dentro de Europa, y a nivel global. De lo contrario, todo el esfuerzo habrá sido inútil, un simple doping -o chute de inversión momentáneo- para las empresas. Los fondos europeos tienen que ser transformadores, creadores de nuevas empresas y modelos de negocio, en vez de seguir haciendo lo de siempre, pero con más dinero.

2023, el año de la verdad.
2023, el año de la verdad.

Por este motivo, si me preguntan cómo espero que sea España a finales del 2026, cuando todos los fondos NextGenerationEU se hayan invertido, y teniendo en cuenta mi sesgo optimista, espero que Europa y España hayan conseguido sus objetivos:

  • Alcanzar el crecimiento industrial, recuperando la autonomía estratégica y reduciendo o eliminando la brecha con otras regiones líderes en industrialización.
  • Que la industrialización haya impulsado la innovación y que seamos la región y el país ejemplo de inversión en I+D+I y en transformación de producto/servicio de Europa.
  • Ser líderes en desarrollo de energías sostenibles y exportadores, en lugar de importadores.• Además de liderar los temas legislativos, que lideremos también los temas tecnológicos en digitalización.
  • Alcanzar el éxito rotundo en la consecución de todos los IPCEI, PERTE y el resto de los proyectos transformadores de país.
  • Conseguir que Europa cree, atraiga e incluso exporte talento digital.

Es momento de que todos arrimemos el hombro, tanto el sector público como el privado; de buscar soluciones y no culpables

Todo esto sin dejar a nadie atrás. La digitalización y los fondos europeos son una magnífica oportunidad para reducir las brechas sociales, territoriales, inclusivas, etc.

La tarea es tremendamente compleja. Se ha avanzado mucho, es verdad, pero lo que nos queda supera lo realizado. Es momento de que todos arrimemos el hombro, tanto el sector público como el privado; de buscar soluciones y no culpables; de hacer y de dejar hacer; de colaborar, de poner en valor el talento y el esfuerzo. En definitiva, de aprovechar al máximo esta oportunidad para mejorar nuestra competitividad, recuperar el peso que Europa y España tenían a nivel global y de exportar nuestros valores como referencia de una sociedad más justa y sostenible. ¡Juntos, lo conseguiremos!

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Redacción

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