Las razones que llevan a las empresas a invertir en el campo de la IA son, en su mayoría, exploratorias e imprecisas. Así, si bien una cuarta parte de las empresas se han movilizado en torno a la IA con una necesidad claramente identificada, seis de cada diez empresas han invertido en IA por motivos defensivos (el 31% no quería perder el tren tecnológico) o no explícitos (el 29% por impulso de los responsables de la toma de decisiones o de los consultores). Solo el 23 % de los encuestados indica que las inversiones en IA se iniciaron para responder a una necesidad previamente identificada. Estos datos han sido recogidos por el Barómetro IA del Instituto AI for Sustainability de ESSCA School of Management en base a una encuesta realizada a 422 responsables de TI europeos.
Las principales conclusiones de este estudio ligadas a la inversión en IA señalan que las inversiones de las medianas empresas están más motivadas por ciertas necesidades específicas previamente identificadas, mientras que en el caso de las grandes empresas, las orientaciones de la dirección contribuyen en más de un 20% a las decisiones de inversión en IA.
Por su parte, las microempresas y las pymes son las que más dificultades tienen para invertir, ya que el 37% de ellas indican que no han invertido en IA. La mayoría de las inversiones en IA todavía no están sustentadas en la consecución de objetivos claros sino más bien para no quedarse atrás con respecto a los competidores o no perder el tren tecnológico.
En el estudio se observa que el uso de la inteligencia para alcanzar objetivos medioambientales no es la prioridad, sino que se utiliza más para cuestiones sociales.
IA: riesgos y retos
Los riesgos señalados por los responsables de TI suelen estar relacionados con problemas preexistentes, agravados por la IA, como la gestión de datos (29 %). Las empresas siguen subestimando los nuevos retos que plantea la integración de la IA, como los sesgos de los sistemas de IA, sus alucinaciones, la interacción entre el hombre y la máquina y la necesidad de prever un control humano. Además, el 18% de las empresas han tenido que ajustar o detener proyectos de IA por razones éticas.








