OPINIÓN

El software, el nuevo motor de la automoción



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La manera en la que se conciben los coches están cambiando gracias a la integración de softwares avanzados en los vehículos

Publicado el 29 oct 2025

Juan Fontán

Director General de UST en España y LATAM



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La industria de la automoción está experimentando una rápida transformación gracias a los avances en inteligencia artificial, los dispositivos conectados y las tecnologías en la nube. En los últimos años hemos visto cómo los automóviles han cambiado de ser máquinas dominadas por componentes mecánicos fabricados en serie, a sistemas cada vez más complejos y dependientes de un software presente en todas las fases de la vida del vehículo: desde su ideación, hasta su ensamblaje o envío personalizado a la puerta del consumidor.

Lo que antes era un sector dominado por los motores, las transmisiones y los chasis, hoy los vehículos incorporan una amplia gama de microprocesadores, sensores, conectividad y algoritmos para dotar de inteligencia al vehículo. En este nuevo paradigma, el “vehículo definido por software” (software-defined vehicle, SDV) no es solo una novedad, sino una estructura que puede transformar toda la industria de la automoción y abrir interesantes oportunidades de negocio para los diferentes actores del sector y sus subsectores.

Estamos en un momento crítico que exige una transición fluida desde la fabricación automotriz tradicional hacia un futuro definido por el software, garantizando que los negocios prosperen en este panorama tan dinámico.

El software, el cerebro de los coches

Un vehículo definido por software es aquel en el que muchas de las funcionalidades, desde el entretenimiento a la seguridad, pasando por el diagnóstico, la navegación, las mejoras postventa e incluso las reparaciones, dependen más del software que del hardware físico. Gracias a las actualizaciones remotas (OTA: over the air), estos coches pueden mejorar o añadir nuevas funciones después de la compra.

Por otro lado, el software también permite que los datos recogidos durante el uso del vehículo se usen para mantener mejoras, parchear vulnerabilidades, ajustar rendimiento o redefinir futuros modelos de coches. Es esta flexibilidad la que diferencia al coche moderno frente al coche de hace unas décadas.

La buena noticia de este cambio de paradigma conlleva varios efectos importantes: los vehículos pierden menos valor con el tiempo si pueden actualizarse, los fabricantes pueden lanzar mejoras continuas sin necesidad de cambios físicos, y los usuarios esperan experiencias digitales más cercanas a las que ya tienen en su vida digital diaria con todo tipo de dispositivos conectados.

Las oportunidades para las empresas

Precisamente un informe de UST destaca que este cambio abre muchas ventanas de oportunidad para distintos actores: fabricantes de vehículos, proveedores, empresas de tecnología, desarrolladores de software, talleres y también para quienes se encargan de la infraestructura y la seguridad.

Algunas de estas oportunidades clave son:

  • Valor añadido y diferenciación: las empresas que sepan ofrecer actualizaciones de software robustas, seguras y útiles, podrán diferenciarse en el mercado, fidelizar clientes y, posiblemente, generar ingresos recurrentes.
  • Mantenimiento y mejora continua: con los coches conectados, se pueden detectar problemas, optimizar sistemas o introducir nuevas funcionalidades sin necesidad de visitas al taller, reduciendo costes y mejorando la experiencia del usuario al evitar que tenga que llevar su coche al taller y estar unos días sin vehículo. No en vano, hoy en día, los automóviles cuentan con docenas de microprocesadores que ejecutan 100 millones de líneas de código.
  • Seguridad y confianza: como los coches dependen más del software, la seguridad —tanto de los datos como de los sistemas críticos— se vuelve un factor decisivo. Las empresas que aseguren una buena protección y prácticas sólidas ganarán en reputación y evitarán riesgos legales o de imagen.
  • Eficiencia operativa: la automatización de procesos, la mejora de cadenas de desarrollo, las infraestructuras en la nube, la integración y despliegues continuos… todo esto puede hacer que los costes de producción bajen y los plazos de entrega se acorten. De hecho, tenemos en UST algún caso de éxito en el que con algunas mejoras operativas se han logrado eficiencias del 40-60 % en el ecosistema de desarrollo. Y es que, gracias a la tecnología, muchas tareas críticas que requieren presencia humana pueden automatizarse bajo una red segura. Por ejemplo, nuestra solución UST SmartOps™ tiene la capacidad de eliminar el 80 % del esfuerzo manual y reducir los costes en un 50 %.

Claro que la digitalización de la industria de la automoción y la transición hacia vehículos definidos por software no está exenta de retos. Nuestros más de diez años de experiencia en el sector y con una unidad específica, como es UST Automotive Group, podemos diseñar soluciones innovadoras que aprovechan el ingenio automovilístico y la era digital, transformando la movilidad con seguridad, eficiencia y sostenibilidad, al tiempo que se establece nuevos estándares en el sector.

En este contexto, hay varios retos por delante. Por ejemplo, la infraestructura tecnológica porque muchas compañías aún no tienen una infraestructura en la nube suficientemente madura, o les cuesta justificar la inversión, encontrar el talento adecuado, o elegir las plataformas correctas. También los asociados a cambios culturales y de proceso ya que transformar los procesos de ingeniería de software no es trivial. Requiere cambiar mentalidades, adoptar nuevas metodologías (como DevOps, CI/CD), y replantear cómo se diseñan, prueban y actualizan los vehículos. Además, será crucial integrar medidas de seguridad en todas las fases: diseño, fabricación, actualización, mantenimiento, reparación… y adaptarse a las exigencias de seguridad y cumplimiento normativo.

Como ocurre en muchos otros sectores con la digitalización, el sector de la automoción debe enfocar su innovación hacia el usuario. El vehículo no es solo un producto físico, sino una experiencia. Conocer qué desean los conductores, cómo esperan que se comporten sus coches en términos de interfaz, conectividad, servicios digitales, etc., importa cada vez más. Las empresas tienen que asegurarse de que innovación, diseño y desarrollo estén alineados con esas expectativas. Incluso estamos viendo innovación y personalización en la forma en que los vehículos se entregan a sus nuevos dueños.

Una de las claves de esa innovación vendrá por la adopción de la automatización de las operaciones, para tareas repetitivas, de monitorización, diagnóstico, mantenimiento, producción… Esto no solo ahorra costes, sino que libera recursos para concentrarse en innovación.

Por último, es necesario un nuevo enfoque de seguridad desde todos los frentes. Ya no basta con parchear problemas cuando surjan. Es preciso diseñar los sistemas, la cadena de suministro, los procesos de actualización, los controles de acceso con la seguridad como eje principal, así como garantizar la protección en la nube, en los dispositivos embebidos, en la transmisión de datos…

Punto de inflexión

El protagonismo y auge de los vehículos definidos por software representa un punto de inflexión para la industria de la automoción. No es solo una cuestión de incluir más funciones digitales, sino de transformar la manera en que concebimos lo que es un coche: como un sistema vivo, que evoluciona, aprende, se adapta y mejora con el tiempo.

Para muchas empresas, esto supone retos importantes: grandes inversiones, transformación de procesos, nuevas competencias, más responsabilidad en seguridad y privacidad. Pero también oportunidades que pueden redefinir el liderazgo en el mercado. Las compañías que tomen la iniciativa, adopten tecnologías emergentes, se centren en el usuario y la seguridad, y se preparen para trabajar con infraestructuras modernas, serán las que mejor se posicionen en esta nueva era.

En conclusión, los vehículos definidos por software ya no son una posibilidad lejana: son la próxima parada. Y para los que estén dispuestos a adaptarse, la recompensa puede ser enorme. Pero no se trata de hacerlo deprisa y mal, sino de planificar con visión, invertir con criterio y ejecutar con cuidado de la mano de partners capaces de aportar su experiencia, innovación y soluciones para acompañar en esa transformación.

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