Para luchar contra la pandemia, las Fuerzas Armadas de España planearon y ejecutaron con gran éxito la Operación Balmis, que terminó en junio del pasado año, y la Misión Baluarte, esta última contra la segunda ola de coronavirus, que comenzó en octubre y se amplió a 2021. Ambas acciones de las Fuerzas Armadas han supuesto un importante esfuerzo en la lucha contra la pandemia y son un ejemplo de cómo el ejército colabora con la sociedad en su compromiso por el bien común y la protección de nuestro país.
Ambas actuaciones son ejemplos de cómo el ejército colabora con la sociedad en su compromiso por el bien común y la protección de nuestro país
La primera de ellas, la Operación Balmis fue bautizada así por las Fuerzas Armadas como homenaje a la expedición humanitaria que lideró Francisco Javier Balmis entre 1803 y 1806, un médico militar que llevó la vacuna de la viruela a los territorios del imperio español en América y Filipinas. El propósito del grupo no fue otro que acabar con la mortalidad infantil que el virus estaba originando en los territorios de ultramar. Desde su salida del puerto de La Coruña, la tripulación inmunizó a las poblaciones de Canarias, América, Filipinas, Macao, Cantón y la isla Santa Elena. Una proeza sanitaria que el facultativo alicantino logró junto al militar catalán José Salvany.
Con la finalidad de contribuir a preservar la seguridad y bienestar de los ciudadanos, las Fuerzas Armadas del Estado adquirieron las capacidades y recursos necesarios para el desarrollo de la Operación Balmis, desarrollada desde el 15 de marzo hasta el 20 de junio de 2020, en apoyo a las Instituciones del Estado y las Administraciones públicas.
La segunda de ellas, Misión Baluarte fue designada de este modo para resaltar el trabajo de las Fuerzas Armadas, definidas “como punto fuerte de la defensa contra el asalto de tropas enemigas”. Se trata de un trabajo profundo de rastreo de posibles contagiados para las comunidades autónomas que solicitaran su ayuda. Un despliegue de recursos y profesionales del ejército que ha conseguido localizar y minimizar nuevos contagios, así como prever los futuros gracias a su labor incansable.
Índice de temas
Un despliegue de fuerzas y recursos
Tanto para la Operación Balmis como para la Misión Baluarte, desde el CESTIC se puso a disposición de los militares movilizados toda la tecnología necesaria para llevar a cabo el rastreo. Además, para realizar este trabajo se acondicionaron cuarteles e instalaciones puestas por las Comunidades Autónomas, a las que se les dotó de comunicaciones fijas y móviles, además de todos los medios solicitados, a cargo del acuerdo marco de telecomunicaciones gestionado desde el CESTIC.
Dentro de la operación Balmis, nuestras Fuerzas Armadas consiguieron realizar diferentes cometidos tan esenciales entonces como repartir alimentos a residencias de la tercera edad, desinfección de edificios y lugares de alta incidencia de COVID-19, fabricación y distribución de diversos productos para administrar en el entorno operativo como mascarillas higiénicas, pantallas protectoras, destilación de limpiador de mascarillas o elaboración de líquido hidroalcohólico desinfectante de manos, entre otros.
Pero es la Misión Baluarte la que ha destacado por el rastreo de personas infectadas para conseguir el aislamiento y en definitiva la erradicación de la pandemia lo antes posible. En esta misión, se puso a disposición de las Comunidades Autónomas recursos humanos y tecnológicos y militares entrenados expresamente para el seguimiento de personas que habían dado positivo en COVID-19.
El ‘baluarte’ más importante en tiempos de paz
Para ello, el ejército ha efectuado una ardua labor de rastreo. Tras confirmar la realización de pruebas PCR por parte de los afectados y el conocimiento del resultado del test, los profesionales se aseguran por el estado de salud, las posibilidades de conseguir alimento y medicación o si son personal de riesgo por tener patologías previas o una edad avanzada. A partir de ahí, los rastreadores preguntan sobre sus contactos recientes, con quién han estado desde dos días antes de tener síntomas o si son asintomáticos desde la realización de la prueba.
Tras los pasos anteriores, los rastreadores localizan a estas personas para informarles de la obligación de ponerse en cuarentena para, así, cortar la línea de transmisión de la enfermedad. Los militares se han convertido en rastreadores y su misión es evitar que la enfermedad se propague sin control. Saben que su cometido, en esta fase de la pandemia, es fundamental y que cuanto más rápido actúen, más vidas se salvarán.
Si algo ha demostrado esta pandemia es la flexibilidad y capacidad de adaptación que tienen las Fuerzas Armadas para desarrollar con éxito cualquier misión que se les asigna, sin dejar de hacer su trabajo
Toda la operativa fue coordinada con la sección de informática del Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla, con todo el ancho de banda requerido para la mejora de las videoconferencias con las comunidades autónomas y las diferentes secciones de sus Consejerías de Sanidad. Igualmente, se coordinó las actuaciones sobre las conexiones del Instituto de Medicina Preventiva, entre otras muchas más tareas realizadas durante esta misión.
Al cumplirse los 200 días de la Misión Baluarte, se realizaron casi 170.000 llamadas, rastreando a los viajeros llegados a España que debían cumplir la cuarentena, llevando vacunas a diferentes ubicaciones, y protegiendo las redes informáticas para evitar cualquier ataque malintencionado de terceros a los datos sanitarios. La ministra de Defensa, Margarita Robles, comentó por entonces que, “si algo ha demostrado esta pandemia es la flexibilidad y capacidad de adaptación que tienen las Fuerzas Armadas para desarrollar con éxito cualquier misión que se les asigna, sin dejar de hacer su trabajo”.
El compromiso de Compusof
En este entorno donde la rapidez en la actuación, la coordinación y sobre todo el equipamiento informático y de comunicaciones era esencial, y aún lo sigue siendo, Compusof fue adjudicataria del concurso público para el suministro de dispositivos tecnológicos a las fuerzas militares encargadas de rastrear a los afectados por la COVID-19. A partir de entonces, y de forma urgente, Compusof suministró en sólo cuatro días casi dos mil dispositivos entre PC, desktop, pantallas, auriculares y licencias software a los integrantes del grupo de operaciones de rastreo militar, además de proporcionar el mantenimiento de los mismos y los servicios asociados.
La ejecución exitosa de este proyecto conjunto con las Fuerzas Armadas puso de relieve la amplia experiencia de Compusof con el Ministerio de Defensa e Interior para sumar un nuevo éxito, que en este caso, era sumamente crítico para el país. El integrador cuenta con una larga tradición de compromiso con España y el reconocimiento de las administraciones públicas en cuanto a aportación de conocimiento y sistemas en sus diferentes sedes, un factor que nuevamente fue determinante.
Como resalta Moisés Camarero, CEO del Grupo Compusof, “Es de dominio público quesomos una compañía española comprometida con España.La larga trayectoria de Compusof en la implementación de grandes proyectos tecnológicos en la Administración Pública, fue reconocida nuevamente con la confianza depositada en nosotros por el Ministerio de Defensa para este proyecto, en el cual, además, hemos colaborado con el ejército en una de las misiones más importantes para la salud y el bienestar social de nuestro país”.
Sin duda alguna, este ha sido uno de los puntos más destacables de los cerca de 40 años de trayectoria de la compañía, por su gran componente humano y social.