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Cuánto invierten las empresas en telefonía móvil
Aunque no se puede determinar con exactitud cuánto invierten anualmente las empresas en telefonía móvil, los más de 24.000 millones de euros en ingresos por servicios móviles en 2024 que destinaron las empresas españolas, según datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), reflejan la magnitud de este mercado. Por su parte, a nivel europeo, un informe de la Asociación de Operadores Móviles (GSMA) señala que las compañías dedicaron más de 67.000 millones de euros en 2023 a servicios y dispositivos móviles, impulsadas por la digitalización, el teletrabajo y la conectividad 5G. El 60% de las medianas y grandes empresas prevé aumentar aún más esa inversión en los próximos dos años.
Estas cifras ponen en perspectiva la magnitud de la apuesta empresarial por la telefonía móvil, sin embargo, los verdaderos costes para las empresas van mucho más allá de las tarifas mensuales, de los gastos de adquisición o del leasing de smartphones.

Se necesita un análisis más profundo: aunque en un primer vistazo la telefonía móvil promete flexibilidad, un análisis detallado revela costes ocultos y retos operativos importantes, lo que requiere un enfoque basado en el análisis del coste total de propiedad (TCO).
Gestión de flotas y mantenimiento
El coste de adquisición de smartphones más modernos es solo el principio. Bajo una estrategia COPE (Corporate-Owned, Personally-Enabled), donde la empresa proporciona los dispositivos, la inversión inicial es elevada. Por el contrario, el modelo BYOD (“Bring Your Own Device”) genera problemas de compatibilidad, rendimiento desigual, potenciales brechas de seguridad y una mayor carga para los equipos de soporte técnico. Además, mantener los dispositivos actualizados con herramientas y apps corporativas exige tiempo y recursos, especialmente cuando hay que resolver errores tras cada actualización o gestionar la compatibilidad entre modelos. Dado que los riesgos del modelo BYOD son bien conocidos, este análisis parte del supuesto de una estrategia COPE.
Optimización de costes: un arma de doble filo
Un intento frecuente de amortizar la inversión es utilizar los smartphones para autenticación multifactor (MFA), por ejemplo, mediante aplicaciones OTP (generadores de contraseñas de un solo uso) o reconocimiento biométrico. Aunque es una práctica común en el entorno de consumo, en el ámbito corporativo conlleva riesgos relevantes. Los smartphones, al estar siempre conectados y repletos de apps, son vectores prioritarios de ciberataques: phishing, malware o explotación de vulnerabilidades. Además, muchas empresas utilizan softclients (aplicaciones de telefonía IP) como alternativa a los teléfonos IP dedicados, lo que puede comprometer la seguridad y estabilidad de las comunicaciones, ya sea por la pérdida o robo del dispositivo, o por el uso de redes Wi-Fi públicas no seguras. En cuestión de segundos, los ciberdelincuentes pueden acceder a las cuentas de telefonía IP de los usuarios, incluyendo sus apps de OTP. Además, incluso en entornos COPE en los que los datos privados y corporativos coexisten en el mismo dispositivo, separar claramente la información personal y profesional resulta difícil.
Cumplir con normativas estrictas como el Reglamento General de Protección de Datos (GPRD) se complica en este contexto, ya que el control del flujo de datos y los privilegios de acceso es mucho más difícil que en una infraestructura IP dedicada. Aunque el uso de soluciones de gestión de dispositivos móviles (MDM) —que suponen un coste adicional— ayuda, no elimina del todo los riesgos inherentes de un entorno menos controlado. El coste de una brecha de seguridad —económico, reputacional y legal— puede ser muy superior a la inversión inicial en dispositivos o infraestructura.
Pérdidas de productividad
La calidad y la estabilidad de la comunicación a través de un softclient dependen además, en gran medida, de la conexión móvil (LTE/5G) o de la calidad de la WLAN. Esto puede provocar interrupciones en la conexión, mala calidad de voz y latencia, lo que resulta especialmente molesto en llamadas críticas para el negocio y afecta directamente a la productividad y la experiencia del cliente. A esto se suma el uso poco ergonómico del smartphone para llamadas largas o videoconferencias, el rápido consumo de batería y las distracciones por las notificaciones personales. Todo ello influye negativamente en la concentración y rendimiento del empleado.
Además, el uso del mismo dispositivo para fines laborales y personales puede diluir los límites entre vida profesional y privada, aumentando el riesgo del síndrome del “trabajador quemado”. De ahí que una infraestructura de comunicaciones separada y profesional contribuye no solo a mejorar la concentración, sino también a proteger la salud mental del trabajador.
Teléfonos IP: activo estratégico en la empresa
La complejidad de la comunicación móvil en la empresa va más allá de lo que aparenta. Desde los costes de adquisición hasta los problemas de seguridad y productividad, los smartphones conllevan costes ocultos significativos. Frente a esto, la inversión en una infraestructura de telefonía IP dedicada, ya sea con terminales fijos o soluciones DECT para movilidad, ofrece un entorno más seguro, controlado y eficiente.
Este tipo de soluciones no solo mejora la fiabilidad de las comunicaciones y reduce la carga sobre los equipos de TI, sino que también permite establecer límites claros entre lo profesional y lo personal, mejorando el bienestar del empleado.
Y como ventaja adicional, los teléfonos IP pueden actuar como herramienta de autenticación segura. El inicio de sesión diario del empleado en su terminal IP, tanto en oficina como en remoto, puede utilizarse como sello horario y segundo factor de autenticación en la red corporativa. Una solución eficiente, segura y libre de los riesgos que conllevan los smartphones.








