La tecnología parece mostrar tintes jacobinos, pues tiene una tendencia permanente a generar nuevos modelos que acaban con los sistemas establecidos. Aunque parezca que se trata de política y de convulsiones sociales, nada más lejos de las intenciones de quien suscribe. Las proliferación de siglas también es otra de sus características más recurrentes. En esta ocasión, en la Red empieza a oírse con fuerza el término BYOD (Bring Your Own Device), es decir, la costumbre de integrar los dispositivos personales de los trabajadores dentro del entorno corporativo.
Esta moda, que parte del famoso Bring Your Own Bottle de los restaurantes neoyorquinos, pone al CIO en un nuevo brete, tener que abrir sus fronteras a los iPad, iPhone, etc., que sus directivos caprichosos o los nuevos profesionales ya nativos digitales piden, a un ecosistema donde no se pensó previamente tal posibilidad. Pero, además, también suscita polémica. Porque no todos los empleados están dispuestos a sacrificar su dispositivo personal por la patria corporativa y ver cómo se restringe su uso o cómo quedan sus datos (fotos, vídeos, etc.) a la posible merced de sus empleadores.
El BYOD no es más ni menos que la fusión tecnológica del teletrabajo; la convergencia personal y profesional opera con tal fuerza que muchos profesionales trabajan de otra forma sin proponérselo. Desde la playa en tiempo de vacaciones contestan a correos y desde la oficina contratan viajes de fin de semana. Este mundo está revuelto, y las TI vienen a complicar o simplificar, la cuestión depende de la estrategia que los responsables de las compañías y de los propios CIO decidan adoptar.
