PUNTO TIC: Ransomware, ciudad sin ley

Ransomware sería un buen nombre para forajido, un tipo mal encarado con tantas muescas en su revólver como ataques llevados con éxito,

Publicado el 14 Dic 2021

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Siempre fui un apasionado de las películas del oeste, ese mundo idílico y transgresor por el que pistoleros sin escrúpulos se desenvolvían con total impunidad, a veces acosados por cazarrecompensas de la misma calaña con rictus de Lee Van Cleef. Todo resultaba surrealista y cautivador, como el de la paradigmática Tombstone y su famoso OK Corral. Asesinos a sueldo de gatillo fácil, asaltadores de bancos y diligencias apoderándose de los ahorros de los contribuyentes. Y aquellos personajes entrañables: la chica del salón, atractiva mujer fatal con un pasado inconfesable; el ayudante del sheriff, dado al alcohol y un tanto negligente con los presos a su cargo; el enterrador sarcástico midiendo la estatura de los futuros fiambres de duelos bajo al sol… Un ambiente que irremisiblemente me lleva a la deep web, un lugar donde hay que tener verdaderas agallas y nada aconsejable visitar, al menos a cara descubierta. Por allí pulula lo más abyecto, vídeos de criminales pedófilos, las cuentas de crédito de millones de personas, secretos gubernamentales, datos personales a tutiplén…

El ranwomware crece como la espuma, su nivel de extorsión es creciente, casi asfixiante

Ransomware sería un buen nombre para forajido, un tipo mal encarado con tantas muescas en su revólver como ataques llevados con éxito, que por desgracia son muchos en los últimos tiempos. Ya no necesitan ir embozados ni tener que emplear armas de fuego, se cubren en IP de países lejanos y su mejor arma es la astucia, el ingenio y el conocimiento de los sistemas informáticos. El ranwomware crece como la espuma, su nivel de extorsión es creciente, casi asfixiante. Ya no solo roba datos a una compañía, le exige el rescate y luego puede darse el lujo de no desencriptarlos o de volver a usarlos como cibermoneda de cambio. Ahora ha saltado a los clientes y proveedores de sus víctimas, a las que también trata de sobornar, poniendo a subasta sus datos en los bajos fondos de Internet. El ransomware se ha convertido en ‘una ciudad sin ley’, y el CISO, como un Gary Cooper en ‘Solo ante el peligro’, observa con inquietud cómo las manecillas del reloj avanzan para su infortunio.

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Rufino Contreras
Rufino Contreras

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