Un análisis publicado por THINK Digital Partners sostiene que la modernización tecnológica del sector público avanza más rápido que la capacidad de los empleados para utilizarla. Según el autor, Shantanu Singh, numerosas administraciones acumulan sistemas heredados, interfaces poco intuitivas y procesos digitales fragmentados, lo que ralentiza la implantación efectiva de la inteligencia artificial.
El estudio destaca un concepto central: la Experiencia Digital del Empleado (DEX). Esta métrica permite evaluar el rendimiento real de las herramientas que usa el personal (desde tiempos de carga hasta fallos recurrentes) y anticipar problemas antes de que afecten a la prestación de servicios. Para Singh, integrar la DEX en la gobernanza tecnológica es tan importante como el ahorro de costes o la reducción de plazos administrativos.
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Más con menos, pero sin perder eficiencia
Los gobiernos afrontan una paradoja: deben mejorar sus servicios digitales mientras lidian con presión presupuestaria y expectativas crecientes por parte de los ciudadanos. El informe sostiene que invertir en experiencia de usuario no contradice ese mandato; al contrario, facilita que las herramientas de IA sean efectivas y que los equipos adopten nuevos procesos sin fricciones.
La fragmentación de sistemas, los silos de datos y la falta de estandarización continúan siendo obstáculos habituales. El artículo advierte que, sin una arquitectura tecnológica coherente y centrada en las personas, la IA corre el riesgo de convertirse en una capa superficial que no transforma realmente la administración.
Una oportunidad para redefinir la modernización
La conclusión es clara: la transformación digital debe incluir no solo infraestructura y algoritmos, sino también un rediseño completo de la interacción entre empleados y sistemas. Apostar por la experiencia digital puede convertirse en el impulso que necesitan las administraciones para lograr una modernización sostenible, eficiente y con impacto tangible en la ciudadanía.
A esta reflexión se suma la evolución de herramientas especializadas como Tenderstool (antes Adjudicaciones TIC) cuyo seguimiento de licitaciones tecnológicas se ha vuelto especialmente relevante en un escenario donde la administración necesita alinear inversión, arquitectura digital y experiencia de usuario. Su base de datos permite observar cómo se reparten los contratos de modernización, qué tecnologías se priorizan y dónde persisten los cuellos de botella estructurales que denuncia el informe. La utilidad real de estas plataformas es ofrecer una visión precisa de hacia dónde se dirige el gasto público en tecnología y qué áreas del sector necesitan un enfoque más coherente y centrado en el uso efectivo de las herramientas.
En este contexto, mantenerse informado sobre la contratación pública tecnológica no es un detalle menor, sino una forma de entender si la transformación digital avanza de manera estratégica o simplemente se limita a acumular soluciones inconexas. Herramientas como Tenderstool permiten identificar tendencias, retrasos, repeticiones y prioridades, ayudando a evaluar si las inversiones responden a criterios de eficiencia y experiencia de usuario o si, por el contrario, se diluyen entre sistemas que no dialogan entre sí. De este modo, el análisis de adjudicaciones se convierte en una pieza más para interpretar qué tan real es la modernización de la administración.








