El papel del Chief Information Security Officer (CISO) nunca ha sido tan esencial ni tan complejo. Tradicionalmente visto como el responsable técnico de redes y datos, el CISO se ha convertido en un líder estratégico situado en la intersección entre tecnología, riesgo y confianza. En una era marcada por la transformación impulsada por la inteligencia artificial y por una conectividad constante, esta figura se ha consolidado como una voz clave a la hora de definir cómo innovan las empresas y cómo protegen su valor. De cara a 2026 y los años posteriores, la ciberseguridad y, con ella, la función del CISO entra en un punto crítico: lejos de ser una función de back-office, la seguridad es ahora un motor de resiliencia, confianza y crecimiento sostenible.
La evolución del CISO refleja los cambios que ha experimentado el ecosistema digital en las últimas dos décadas. La seguridad de la información nació en entornos gubernamentales y militares centrados en proteger datos clasificados. A medida que las tecnologías digitales se extendieron al sector empresarial y a la industria, las amenazas crecieron en escala y sofisticación.
Hoy, los CISO continúan supervisando la seguridad del ecosistema TI, pero su ámbito es mucho más amplio: abarca entornos de datos, tecnología operacional, cadenas de suministro, arquitecturas cloud y, cada vez más, sistemas basados en IA. Su función exige comprender tendencias globales, desde la volatilidad geopolítica hasta la fragmentación regulatoria; y convertirlas en estrategias empresariales que protejan los activos sin frenar la innovación. Y, sobre todo, anticipar lo que vendrá.
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Una era de responsabilidad creciente
Los ecosistemas tecnológicos actuales son tan complejos como las responsabilidades del propio CISO. Su posición en el organigrama varía según el sector y la madurez de la organización; puede depender del CIO, del CRO, del CEO o incluso del consejo de administración.
A medida que los riesgos se vuelven transversales, también aumenta la influencia del CISO en ámbitos como la gestión de crisis, la resiliencia operativa o la continuidad del negocio, áreas que tradicionalmente no formaban parte estricta de la ciberseguridad. Esta ampliación del alcance responde a una realidad evidente: los modelos de liderazgo aislados ya no son capaces de seguir el ritmo de un entorno de amenazas que cambia con rapidez. Cumplir con la normativa es necesario, pero no garantiza resiliencia; y limitarse a los requisitos mínimos no equivale a gestionar el riesgo real.
Las nuevas regulaciones, cada vez más exigentes, obligan a los consejos de administración a asumir responsabilidades directas. En este contexto, el CISO se ha convertido en un asesor esencial que traduce el riesgo digital en implicaciones financieras, reputacionales y regulatorias. Su valor no reside únicamente en asegurar sistemas, sino en aportar claridad y visión estratégica.
Un liderazgo basado en alianzas
La labor del CISO depende, en gran medida, del conjunto de relaciones que mantiene dentro y fuera de la organización. Trabaja de forma estrecha con los equipos directivos, que necesitan entender el impacto del riesgo digital en los resultados; con clientes y proveedores, que esperan transparencia en caso de incidente; con cuerpos policiales y agencias nacionales que requieren inteligencia compartida; y con reguladores, que marcan los marcos normativos que la empresa debe cumplir sin perder agilidad.
El CISO se ha convertido en un asesor esencial que traduce el riesgo digital en implicaciones financieras, reputacionales y regulatorias
Dentro de las organizaciones, el CISO conecta a la alta dirección con los equipos digitales, áreas de datos e IA, departamentos de compras, unidades de I+D y otras funciones críticas. Esta red de colaboración es la columna vertebral de una empresa verdaderamente resiliente.
La convergencia entre riesgos digitales y riesgos empresariales está impulsando que muchos CISO evolucionen hacia funciones más amplias, como Chief Security Officer o Chief Risk Officer. Este movimiento refleja que la seguridad ya no es un elemento aislado, sino una competencia central de la estrategia organizativa.
Para desempeñar este papel ampliado, los CISO deben combinar distintos perfiles de liderazgo. Deben ser socios del negocio capaces de entender objetivos estratégicos; guardianes de la resiliencia que garanticen continuidad y recuperación; líderes comunitarios que activen redes de colaboración; comunicadores capaces de trasladar información compleja de manera clara; responsables del talento y de las personas; impulsores culturales que integren la seguridad en el ADN organizativo; y negociadores hábiles que equilibren prioridades en contextos de presión. Los CISO más eficaces piensan en sistemas interconectados, colaboran sin barreras internas y comunican con claridad y propósito.
Cómo pueden los consejos de administración impulsar el crecimiento empoderando al CISO
El futuro del liderazgo en ciberseguridad depende de un verdadero empoderamiento institucional. Los consejos de administración y los CEO deben garantizar que el CISO tenga autoridad, visibilidad y recursos suficientes para liderar con eficacia. Empoderar no se reduce a aprobar un presupuesto: implica reconocer al CISO como un socio estratégico.
Para ello, los consejos deben establecer un mandato claro e independiente para la función de seguridad, incorporar la ciberseguridad como un punto permanente en la agenda, alinear las inversiones con el nivel real de riesgo digital y fomentar una cultura de transparencia en la comunicación de incidentes y vulnerabilidades. También deben promover la colaboración interna y externa, y vincular los incentivos ejecutivos a los resultados en materia de seguridad.
Cuando los consejos dan al CISO el espacio y el reconocimiento necesarios, la ciberseguridad deja de ser un gasto defensivo y se convierte en una plataforma para la innovación y la creación de valor a largo plazo.
La aceleración de la IA, la computación cuántica y las cadenas de suministro hiperconectadas está transformando el riesgo global. En este nuevo escenario, las empresas que prosperen serán aquellas que entiendan que la seguridad es un habilitador de competitividad.
El CISO del futuro no será solo un defensor, sino un arquitecto de confianza digital. En un mundo donde cada conexión supone una oportunidad y un riesgo, los CISO que lideren con visión, capacidad de adaptación y colaboración definirán la resiliencia digital de la próxima década.









