La oficina sin papeles y, más concretamente, la eFactura sigue siendo un objetivo lejano. La gran mayoría de los procesos de facturación a clientes de las empresas sigue caracterizándose por el envío de sus facturas en papel, impresas y por correo postal, incluso cuando esas mismas empresas perciben los potenciales beneficios financieros y de servicio al cliente que proporcionan las alternativas electrónicas.
Esta es una conclusión del estudio ‘2011 AR Automation’, realizado en Estados Unidos por el Instituto Financiero de Operaciones y patrocinado por Esker. Dicho estudio está basado en una encuesta a profesionales del área de Contabilidad, a los que se les preguntó sobre sus métodos de facturación, tanto actuales como en previstos para el futuro, así como sobre sus costes y desafíos. Lo más llamativo es que el 80% de las compañías estadounidenses no contempla evolucionar a la eFactura.
Thomas M. Bohn, presidente y CEO del Instituto, toca en la llaga al afirma “resulta interesante el hecho de que el obstáculo citado más frecuentemente para incorporarse a las iniciativas electrónicas es la carencia de clientes que adopten la e-factura. El estudio pretende ofrecer una aproximación clave para conseguir que los procesos de pago a proveedores y de facturación a clientes se equiparen en cuanto a su uso y reporten beneficios mutuos”.
En España, un estudio de Billentis estima en el 12% el uso de la facturación electrónica en las empresas. En Europa, de los 30.000 millones de facturas que se generaron en 2010, más de 2.200 fueron electrónicas, con 56 millones de usuarios que hicieron uso de ellas. El mismo estudio estimaba un crecimiento del 37% en términos de facturas electrónicas emitidas en Europa durante el año pasado.