Un informe reciente de Forrester destacaba las posibilidades de nuestro país para un modelo de outsourcing tecnológico, respecto a otras zonas geográficas. Las dos principales asociaciones sectoriales, AEC y AETIC, se han sumado también, con distintas iniciativas, a la promoción de España como país destinatario de inversiones en materia de tecnologías de la información.
No en vano, las distancias geográfica y cultural, las afinidades lingüísticas y la estabilidad geopolítica han ido cobrando cada vez mayor importancia frente a las puras consideraciones económicas de ahorro de costes, lo que ha obligado a muchos proveedores a replantearse sus diferencias competitivas y reposicionarse en un mercado fraccionado y cambiante. Como consecuencia de todo ello, frente a un modelo offshore exclusivamente basado en la mano de obra barata – con China y la India como países de referencia -, está surgiendo con cada vez mayor fuerza el nearshore, con centros de producción y operaciones próximos al cliente.
El mercado del nearshoring comprende actualmente 15 países que son especialmente interesantes por diversos motivos. Si en los años 90 fue Irlanda quien tuvo un gran éxito en el suministro de servicios de outsourcing bajo esta modalidad, las nuevas ubicaciones se encuentran ahora en Europa central y oriental – como Polonia y la República Checa -.
Todos los españoles somos conscientes de las oportunidades que para nosotros puede representar el modelo nearshore: fomento del empleo, contribución al PIB, profesionalización del sector, atracción del talento… Pero debemos ser realistas en la valoración de nuestra situación de partida y rigurosos en la determinación del posicionamiento futuro que queremos alcanzar, así como de las estrategias para llevarlo a efecto.
En los últimos años, se han multiplicado las factorías de software radicadas en España, extendiéndose a todas las regiones. Accenture tiene 15 centros en España con una plantilla cercana a las 4.000 personas. HP, tras su fusión con EDS, cuenta con otros tantos centros de desarrollo. Pero la mayor parte de la actividad de estas factorías se destina a clientes españoles, por lo que el efecto multiplicador en los ingresos – y la consecución de las deseadas economías de escala en costes – podría ser mucho mayor.
Recientemente se han venido aplicando políticas de demanda para fomentar la internacionalización de nuestro país, con dificultades derivadas de una falta de unicidad en los planteamientos – cada patronal ha puesto en marcha sus propias iniciativas – y, como posible razón de fondo, una falta de compromiso claro por parte de los organismos públicos orientados a la promoción de las inversiones exteriores. En cualquier caso, tales iniciativas tienen el riesgo adicional de caer en saco roto si no se acompañan de políticas de oferta que persigan la mejora de la competitividad de las empresas, papel en el que el principal de los agentes – si no único – es la propia Administración. En cierto modo, permítaseme la comparación, es como promocionar internacionalmente el turismo en España sin fomentar la reconversión de una industria hotelera basada en el “sol y playa”. Son necesarias políticas fiscales que fomenten la inversión y la innovación en tecnologías, y una decidida apuesta por la educación y el talento, pues, no en vano, la falta de profesionales cualificados es la principal amenaza que se cierne sobre nosotros, y el más importante factor diferencial futuro de todos los mercados, incluidas las economías emergentes.
IT Made in Spain
En los últimos meses se ha intensificado el debate sobre la consideración de España como destino nearshore, quizás como fruto de la búsqueda de un nuevo modelo económico en el que las tecnologías han de jugar un importante papel.
Publicado el 12 Nov 2009
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