Un planeta más inteligente, ciudad a ciudad

Publicado el 14 Mar 2011

En el año 2007 la humanidad cruzó un importante umbral: por primera vez en la Historia, la mitad de los habitantes del planeta residía en ciudades. En la actualidad, alrededor de 60 millones de personas se trasladan a residir a zonas urbanas cada año, lo que representa en torno a 1 millón cada semana. Y la perspectiva para los próximos años es de un crecimiento exponencial. De hecho, según Naciones Unidas, en 2050, el 70% de la población mundial vivirá en urbes.
Estos datos evidencian la progresiva concentración de la población en entornos urbanos, lo que, a su vez, conlleva una expansión de la demanda a la que están sometidas sus infraestructuras. Sin embargo, eso no es todo, también es digno de reseñar el creciente peso específico que han ido adquiriendo las ciudades, convirtiéndose en auténticos focos de integración, vertebración y desarrollo de la vida social y económica. De hecho, disponen de más poder económico y ejercen mayor influencia política que nunca. Por ejemplo, según datos del INE, sólo la ciudad de Madrid -no la Comunidad- registró un Producto Interior Bruto (PIB) superior a los 128.000 millones de euros en 2009, el 12,2% de toda España. Este nivel de riqueza supera al de todas las comunidades españolas, salvo Cataluña y Andalucía.
Estas dos derivadas son claves para entender que el futuro de nuestro planeta depende de las ciudades, por lo que, ahora más que nunca, es el momento de transformarlas en ejemplos de sostenibilidad, crecimiento y progreso social.
Pues bien, garantizar un crecimiento sostenible de las infraestructuras urbanas, pasa necesariamente porque las ciudades aborden, de forma holística, los retos y amenazas a su sostenibilidad, tanto en lo que refiere a la gestión de infraestructuras críticas -es decir, el transporte, la energía, el agua o las telecomunicaciones-, como en lo que respecta a la prestación de servicios a empresas y ciudadanos. Para poder aprovechar las oportunidades y garantizar un crecimiento sostenible, la ciudad tiene que evolucionar hacia un auténtico ‘sistema de sistemas’ inteligente. Y para eso es vital incorporar las tecnologías de la información en la ecuación. En la actualidad, asistimos a un sinfín de ineficiencias que son susceptibles de ser eliminadas, si incorporamos las nuevas tecnologías en los procesos urbanos.
Pensemos, por ejemplo, en el transporte. Según la Comisión Europea, el tráfico que se registra a diario en las ciudades europeas provoca unas pérdidas cercanas al 1% del PIB. Para paliar estos efectos, ya hay ciudades -como Estocolmo- en las que se han implantando sistemas inteligentes de gestión del tráfico, que han logrado reducirlo en un 20%, además de lograr una disminución de la emisión de gases efecto invernadero en un 12%.
Este es un ejemplo de que es posible contribuir al desarrollo de ciudades más eficientes, más sostenibles y con menos problemas de tráfico. Sin embargo, el transporte no es la única fuente de ineficiencias. A diario se pierde suficiente energía en el mundo como para abastecer a India, Alemania y Canadá durante un año. Con el propósito de minimizar estas pérdidas de recursos, estamos convencidos de que es vital incorporar ‘inteligencia’ en los sistemas de generación y distribución eléctrica. Así lo hemos hecho en Malta, donde estamos instalando 250.000 contadores inteligentes, con sensores en la red de distribución y en el sistema comercial. También, en Málaga -con el proyecto SmartCity Málaga, liderado por Endesa- que aborda la instalación de la primera red eléctrica inteligente en España.
En el caso de los sistemas de suministro de agua, debemos tener en cuenta que, a medida que las ciudades crecen, también lo hace su demanda de agua. En la actualidad, las urbes, y en concreto, el consumo doméstico humano, concentra casi el 60% del agua del mundo. Pese a ello, la realidad arroja un saldo desolador. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cuatro personas en el mundo carece de acceso al agua potable. A ello hay que sumarle que, en muchos países, se acaba perdiendo, fruto de las fugas en los sistemas de canalización, hasta el 60% del agua suministrada.
Pues bien, aquellas ciudades que instalen sistemas inteligentes de gestión del agua podrán reducir estas pérdidas hasta en un 50%, gracias a nuevas tecnologías de reciclado. De hecho, IBM ya está trabajando para contribuir a ello en ciudades como Shenyang (China), instalando soluciones de gestión del agua que permiten monitorizar su calidad y caudal para ajustarse a las demandas de la población.
Estos proyectos evidencian que es posible convertir las ineficiencias y los retos en nuevos espacios de progreso y desarrollo. No en vano, ya hay ciudades en todo el mundo que están protagonizando ese viaje para transformarse en un sistema más eficiente e integrado, capaz de gestionar mejor los recursos y de dar respuesta a potenciales problemas y amenazas antes incluso de que sucedan.
En ese proceso, IBM tiene un compromiso real con la sociedad. Por eso, en el marco del programa Smarter Cities Challenge prevemos donar servicios y tecnología por valor de 50 millones de dólares a lo largo de los tres próximos años para lograr que 100 ciudades de todo el mundo sean más inteligentes.
En definitiva, tenemos la responsabilidad de contribuir al desarrollo de entornos urbanos que sean más eficientes, más sostenibles y que ofrezcan más y mejores servicios a los ciudadanos. En ese sentido, IBM ya está trabajando activamente para lograr un planeta más inteligente, ciudad a ciudad.

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Redacción Computing

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