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Francisco Verderas, director gerente de Aslan: «IA y geopolítica son los dos grandes ejes que marcan la agenda de las empresas»



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La conversación tecnológica ya no es solo de IT: Aslan busca llevar la innovación a los comités de dirección

Publicado el 21 nov 2025

Rufino Contreras

Redactor Jefe



Francisco Verderas, @aslan
Francisco Verderas, Director Gerente de @aslan.

CINCO IDEAS CLAVE
Aslan no busca crecer en número, sino en representatividad
Tras alcanzar las 200 empresas asociadas, la prioridad ya no es sumar adhesiones, sino ser más influyente y útil para empresas y administraciones en sus decisiones tecnológicas.
La asociación ha evolucionado del enfoque técnico al estratégico
Nació centrada en perfiles IT, pero ahora su objetivo es involucrar también a comités de dirección y altas esferas empresariales para que la tecnología forme parte de la estrategia de negocio.
La inteligencia artificial y la geopolítica son los dos ejes que dominan la agenda tecnológica actual
Las empresas tienen iniciativas de IA, pero muchas carecen de estructura y gobernanza para ejecutarlas con éxito, mientras que la soberanía digital y la ciberresiliencia se han convertido en prioridades por el contexto global.
El papel de Aslan es facilitar conocimiento y decisiones basadas en evidencia
La asociación no promueve productos, sino casos reales, experiencias de clientes y soluciones complementarias que ayuden a CIO, fabricantes, integradores y administraciones a tomar decisiones tecnológicas con contexto.
El Congreso Aslan 2026 llega en un momento de fuerte salto tecnológico.
El evento dará protagonismo a casos de éxito y continuará con un formato que funcionó en 2025 —tres días hasta mediodía— para maximizar el aprovechamiento y facilitar la asistencia de profesionales de fuera de Madrid.

Aslan cuenta con una trayectoria interesante… ¿En qué momento se encuentra ahora?

Efectivamente, Aslan tiene 36 años de vida. En todo este tiempo hemos trabajado en un objetivo muy claro: divulgar nuevas tecnologías, impulsar la innovación y acompañar a empresas y administraciones públicas para acelerar sus proyectos de transformación digital. En estos 36 años hemos vivido varias etapas tecnológicas, desde la evolución del networking a la nube, al auge de la ciberseguridad, y ahora a la revolución de la inteligencia artificial.

El crecimiento hasta las 200 empresas ha sido importante, no solo por el volumen sino por la diversidad: fabricantes, integradores, consultoras y proveedores de servicios que cubren prácticamente todo el espectro del sector TIC. El momento en el que estamos ahora no se define tanto por la cantidad sino por el impacto. No buscamos crecer por crecer, sino ser una asociación más representativa, capaz de conectar retos reales con soluciones reales y convertir la asociación en un punto de referencia para empresas y administraciones que necesitan orientación tecnológica y apoyo para ejecutar proyectos.

¿Cuál sería el techo de Aslan? ¿Hasta dónde debería llegar la asociación?

Hace unos años sí teníamos un reto cuantitativo: llegar a un tamaño que representase al sector. Una masa de 200 empresas nos sitúa en un nivel de representación muy elevado. A partir de ahí, el crecimiento en número no es un objetivo en sí mismo. Si para ser más representativos tenemos que ser más, lo seremos, pero no buscamos adhesiones sin propósito.

La prioridad es que las empresas que se acerquen encuentren un espacio donde aprender, relacionarse y dar visibilidad a cómo están resolviendo los retos tecnológicos del momento. Si mantenemos esa aportación de valor y eso trae más asociados, perfecto. Pero el éxito real no se mide con números, sino con la capacidad de influir y ayudar.

¿Qué percepción crees que tiene de vosotros el sector TIC? ¿Cómo se os ubica frente a otras asociaciones como Ametic, Asimelec, DigitalES…?

Nosotros nunca hemos sido una patronal ni pretendido serlo. Otras asociaciones están en negociación de convenios o estructura laboral. Nuestro foco desde el inicio nació siendo muy tecnológico: divulgar, sensibilizar e inspirar innovación a través del conocimiento.

Dicho esto, sí hemos evolucionado en nuestra ambición. Durante años nos centramos en perfiles técnicos, pero el objetivo ahora es llegar también a comités de dirección y altos cargos, tanto en la empresa privada como en la Administración. No queremos que la conversación tecnológica solo ocurra en departamentos IT. Queremos que forme parte de la estrategia de negocio. Y por eso estamos trabajando en iniciativas como un documento de prioridades para 2026 que presentaremos a Congreso y asesores políticos, con recomendaciones que nacen directamente de CIO, CISO fabricantes y administraciones.

¿Están las empresas españolas preparadas para adoptar la IA de forma competitiva? ¿Qué riesgo hay si no aceleramos?

La inteligencia artificial y el contexto geopolítico están marcando la agenda de las empresas. La IA afecta a todo: a la ciberseguridad, al puesto de trabajo digital, a la automatización, al coste de operación, al ciclo de vida del dato… Todos los clientes están trabajando en IA, pero no siempre está claro el cómo. De hecho, hay una tasa de fracaso altísima en los proyectos. No es por falta de ideas, sino por falta de estructura y gobernanza.

El segundo eje es la geopolítica. Todo el mundo habla de soberanía, de dónde están los datos, de cómo garantizar resiliencia, de cómo reducir dependencia tecnológica sin perder innovación. Nadie tiene certezas absolutas porque el terreno se mueve muy rápido.

Eso sí: la percepción ha cambiado. Hoy la alta dirección está más involucrada que nunca y se están asignando recursos. Está claro que nadie quiere quedarse atrás.

¿Cómo puede Aslan ayudar en esa gobernanza y en ese acompañamiento?

Bajo esos dos grandes ejes -IA y geopolítica- estamos construyendo un mapa de capacidades. Queremos que las empresas asociadas muestren no solo lo que venden, sino qué problema resuelven y cómo. Y queremos ayudar a que ese conocimiento fluya entre CIO, fabricantes, integradores y administración. Nosotros no empujamos producto, empujamos conocimiento.

Nuestro papel es crear espacios de relación basados en contenido y en evidencia, donde las empresas puedan ver casos de éxito reales, referencias sectoriales y soluciones complementarias que les permitan tomar decisiones con contexto y confianza.

¿Qué peso tienen la soberanía digital y la dependencia tecnológica en esa agenda?

Muchísimo. La incertidumbre geopolítica obliga a las empresas a pensar en escenario de contingencia continuo. Cualquier plan estratégico puede verse afectado por factores externos, así que la ciberresiliencia se ha convertido en una condición de supervivencia, no en un proyecto puntual.

Hace cinco años ya impulsamos Madrid como hub digital del sur de Europa y elaboramos un decálogo para fortalecer la soberanía tecnológica. Se ha notado: centros de datos, cables submarinos, puertos digitales, interconexión. El paso que viene ahora es llenar esos centros y asegurar que no solo los datos estén en España, sino también parte de la tecnología y la innovación.

¿Y cuáles son vuestras prioridades para 2026?

Tres etapas han definido la asociación: primero, el canal; después, la construcción de un ecosistema de CIO, CISO, CDO y perfiles tecnológicos; y ahora estamos en la etapa de impacto en la alta dirección. Si queremos que las organizaciones aceleren en innovación, la conversación tecnológica no puede quedarse en departamentos IT.

Queremos que un directivo entienda —y vea demostrado— cómo la tecnología resuelve problemas reales de negocio. Ahí está nuestra hoja de ruta.

¿Qué nos puedes adelantar sobre el Congreso Aslan 2026?

La tecnología está viviendo un cambio que no se veía desde hace años. El salto en soluciones de un año a otro ha sido impresionante. Habrá muchas novedades y, sobre todo, casos reales. Sabemos que a los clientes les interesa que hablemos bien de la tecnología, pero les interesa todavía más escuchar a otros clientes hablando de cómo la usan. El formato de tres días hasta la hora de comer funcionó muy bien el año pasado y lo mantenemos: más tiempo, menos solapamientos y más comodidad para los asistentes que vienen de fuera. Al final, se trata de que la experiencia sea útil, intensa, pero llevadera.

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