Así se pone de manifiesto en el estudio Directiva Española 2000, elaborado por The Washington Quality Group (WQG) apoyándose en el estudio del Directivo Español 1999 y en los últimos datos comparativos entre hombre y mujer en la empresa de 2000.
Según el trabajo de la consultora, el camino que ha de recorrer la mujer para alcanzar un puesto directivo le exige gran sacrificio, de forma que a la hora de demostrar cualidades que al hombre se le suponen de antemano, la mujer ha tenido que prepararse y trabajar con más empeño. Este afán de superación le lleva a exigir mucho de sí misma, de manera que difícilmente cumple con sus expectativas y en ocasiones sufre problemas de autoconfianza.
Actualmente la directiva valora cada vez más en su gestión, los objetivos de la empresa, las relaciones con los demás y la creatividad. Y debido, quizás, a las dificultades que ha superado para llegar a esa posición, es más dura en su liderazgo y, aunque procura que su equipo mantenga un buen equilibrio entre lo personal y lo laboral, le cuesta tolerar los errores y da más importancia a los resultados.
Por otra parte, la mujer directiva se muestra abierta a la innovación y el cambio, procura incentivar estos aspectos en su equipo y agilizar la comunicación. Sin embargo, tiende, con más frecuencia que el hombre, a asumir las funciones de sus colaboradores, de forma que uno de los aspectos que ha de mejorar es su capacidad de delegar.
En cuanto a los resultados de la autopercepción, el estudio de WQG revela que la directiva española, al contrario que los hombres, sigue considerándose por debajo de la percepción que los demás tienen de ella, que es quien ejerce como su crítica más exigente.
El comportamiento honesto, la ética, el respecto y su compromiso por conseguir las metas y objetivos de la empresas son las características más sobresalientes en la autopercepción de la directiva española, que pone todo su esfuerzo en la consecución de los objetivos de la empresa y en la relación con su equipo.
