La visión de los observadores externos suele diferir de los puntos de vista corporativos porque sus marcos de referencia no tienen la misma amplitud. El mapa tecnológico es como el firmamento, que está en permanente cambio aunque aparezca como una imagen fija, por eso es importante saber en qué momento se realiza la fotografía. En el evento anual de grandes clientes de Microsoft, Alberto Matrone, director general de Nokia Ibérica, hacía grandes elogios de la alianza de su firma con Microsoft en torno a futuros dispositivos móviles basados en Windows Phone.
Para Matrone ya no existe la guerra de dispositivos móviles sino que la batalla se plantea en el ecosistema, donde las aplicaciones juegan un papel decisivo. Y según comentó, la alianza va dando ya sus frutos, algo que la firma finlandesa necesita como el comer. Nokia, líder incuestionable durante muchos años, aparecía recientemente como ’empresa que podría desaparecer en 2012′, según una lista confeccionada por Wall Street. Lo que hablábamos, el universo tecnológico se ha movido y Nokia no lo ha hecho con la misma velocidad, mientras que otros competidores más avezados han puesto patas arriba el mercado. Nos referimos, claro está, a Apple y Android de Google, que siguen marcando el ritmo.
Lo que la firma habla lo tilda de oportunidad, desde fuera se interpreta como su última opción de no perder el carro en esta carrera. Pero si Nokia se equivocó en no valorar los tiempos del mercado, al menos ha acertado en su socio tecnológico, que no podía quedarse al margen de esta tarta tan golosa. Microsoft, el eterno remontador, ha puesto toda la carne en el asador (se gasta al año 9.500 millones de dólares en I+D), y las encuestas parecen sonreírle; IDC y Gartner señalan que Windows Phone superará en 2015 a iPhone, sólo por debajo de Android y sus aliados.