OPINIÓN

FinOps, el fin no justifica los medios



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Un FinOps mal concebido puede conllevar implicaciones negativas como sobrecostes inasumibles por la empresa

Publicado el 17 nov 2023

Rufino Contreras

Redactor Jefe



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A Juan Manuel Desco lo conozco desde sus tiempos como máximo responsable en T-Systems, y recuerdo su clarividencia sobre el sector tecnológico. En la actualidad ejerce de presidente de Orizon, una consultora con posibles especializada en temas de migración cloud y gestión de costes de infraestructuras. Recientemente tuve ocasión de participar en un almuerzo de prensa con Desco, y durante su discurso soltó una metáfora muy evocadora. “Cuando mi madre iba a la iglesia por los años sesenta el sacerdote oficiaba la misa en latín, mi madre era capaz de recitar de memoria el texto, pero no creo que entendiera ni papa”. Con esa ironía de la que es capaz, comparó al cura críptico de sotana y bonete, con los tecnólogos que históricamente vienen “hablando en latín” a sus directivos, y que no alcanzaban a entender ni media entre tanto tecnicismo y anglicismo desmesurado.

Por suerte, la misa en latín pasó a la historia, y los responsables de tecnología han bajado al mundo terrenal su argot misterioso y ya van entendiéndose con el negocio. Y es que, y hay que darle toda la razón a Desco, la palabra tiene un valor incalculable y quien domina el lenguaje, domina el discurso, y el que domina el discurso domina la oferta, y quien domina la oferta, domina el mercado. De ahí la necesidad que el sector tecnológico tiene de generar conceptos con cierto frenesí, conceptos con los que dirigir las tendencias en paralelo con las innovaciones que surgen por doquier. Tal es el caso de la palabra FinOps, que fusiona los departamentos operaciones y finanzas y que viene a resumir la estrategia por determinar los costes de un desarrollo o migración a la nube antes de iniciar el proyecto. Desde su punto de vista, detrás de FinOps no hay más que mensajes de marketing, y no subyace una línea clara de actuación, ni una estructura básica ni un modelo de buenas prácticas que seguir. Una palabra que pueda quedar en humo, pero lo peor es que mal planteada puede resultar onerosa para las organizaciones si no aplican bien su política de costes sobre la nube.

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