OPINIÓN

Rediseñando el futuro del sector energético



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La evolución hacia un sistema más ecológico y digitalizado exige revisar este modelo en un contexto marcado por tres factores: la urgencia climática, la volatilidad de precios y el rápido avance tecnológico

Publicado el 24 sept 2025

Pol Brau

CEO de Chippio



Sector energético

El panorama energético en España vive un momento de transformación. Tradicionalmente, el mercado eléctrico se ha caracterizado por su complejidad, opacidad y concentración en pocos actores. La evolución hacia un sistema más ecológico y digitalizado exige revisar este modelo en un contexto marcado por tres factores: la urgencia climática, la volatilidad de precios y el rápido avance tecnológico.

Navegar hacia un esquema más transparente y ecológico presenta sus retos, aunque a la vez nos ofrece una ocasión única. Lo crucial es situar al cliente como eje central de todo. Y no es solo una frase hecha, se trata de empoderar al individuo para que pueda comprender, elegir y gestionar su gasto de energía.

El desafío de la democratización en el sector energético

España cuenta con uno de los mayores potenciales renovables de Europa. Sin embargo, la percepción ciudadana del sector sigue siendo negativa: caro, opaco y difícil de entender. El Panel de Hogares de la CNMC lo sitúa entre los peor valorados por los consumidores. Reducir esta brecha exige tarifas claras, comunicación sencilla y herramientas que permitan a cada hogar tomar decisiones informadas.

Dentro de este panorama, la inteligencia artificial emerge como un instrumento fundamental. Sus usos concretos son ya una realidad: programas que sugieren los momentos más baratos para usar la electricidad, ayudantes virtuales que facilitan la comprensión de una factura de luz, plataformas que programan la recarga de coches eléctricos durante las horas de menor coste o alternativas que prevén aumentos repentinos en la demanda para regular el consumo.

El impacto de estas herramientas es doble. Por un lado, económico, al reducir la factura eléctrica de los hogares y empresas. Por otro, social y medioambiental, al optimizar el uso de la red, reducir emisiones y fomentar un consumo más racional. Empoderar al consumidor mediante IA convierte a cada usuario en parte de la solución frente al desafío climático.

La transición energética no puede entenderse sólo como un cambio de generación. Es, sobre todo, un cambio de paradigma. El modelo tradicional, basado en grandes operadores y en una relación unidireccional con el cliente, debe dar paso a un nuevo contrato social de la energía.

En este nuevo marco, el consumidor debe tener herramientas para decidir cuándo y cómo consumir, y para entender el impacto de sus decisiones. La digitalización y la IA son las palancas que lo hacen posible. Pero para que ese contrato sea sólido es imprescindible acompañarlo de dos elementos adicionales: estabilidad regulatoria e incentivos claros.

Retos y oportunidades del sector energético

Cada mes de septiembre, la Semana Europea de la Movilidad nos recuerda que la transición hacia un modelo energético sostenible depende de grandes infraestructuras, pero también de cómo nos movemos y consumimos en el día a día. Este año, la cita llega en un momento especialmente relevante para España, donde la movilidad eléctrica avanza a buen ritmo, pero aún enfrenta barreras como la falta de puntos de recarga suficientes o la necesidad de incentivar una adopción más masiva del vehículo eléctrico. Hablar de energía, por tanto, no puede desvincularse ya de hablar de movilidad.

En lo que respecta a la electrificación del transporte, es innegable que avanza más despacio de lo previsto. Según ANFAC, en 2025 se han matriculado en España algo más de 150.000 turismos con tecnologías eléctricas, un 98% más que el año anterior, pero aún lejos de las cifras del resto de países de la Unión Europea. A esto se suma un despliegue insuficiente de infraestructuras de recarga: apenas 18.000 puntos de acceso público frente a los 80.000-100.000 fijados en el Plan de Recuperación para 2023.

Otro reto está en la claridad regulatoria. La transición energética exige estabilidad normativa que dé confianza a inversores y consumidores. La volatilidad en las reglas del mercado eléctrico genera incertidumbre y frena la adopción de soluciones innovadoras. Asegurar un marco estable y transparente es condición necesaria para consolidar un mercado competitivo y digital.

De la opacidad al control

El cambio cultural es tan importante como el tecnológico. Recuperar la confianza ciudadana pasa por hablar claro: explicar qué significa consumir en horas valle, cómo se calcula una tarifa o cómo cada decisión impacta en el medio ambiente. Aquí la IA puede ser un aliado pedagógico, capaz de personalizar información y fomentar una mayor educación energética.

La próxima década definirá el rumbo del sector. Si aprovechamos el potencial renovable y combinamos innovación y digitalización, España puede situarse a la vanguardia de la transición energética en Europa. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de mantener un modelo ineficiente, caro y poco alineado con los desafíos climáticos y sociales.

El futuro del sector energético no depende únicamente de grandes infraestructuras o de la inversión en generación renovable. Depende, sobre todo, de cómo logremos integrar la tecnología en la vida cotidiana de los consumidores para que ahorrar, consumir de forma responsable y ser sostenibles deje de ser un esfuerzo consciente y se convierta en algo natural.

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