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Has trabajado en compañías como AWS, Tuenti o Coverwallet. ¿Qué aprendizajes te han aportado estas experiencias?
Vengo de un perfil técnico, soy ingeniero, y siempre digo que «nací en Telefónica», en concreto en I+D. Allí viví mi primera experiencia en el mundo startup con Tuenti, que ya había sido comprada por Telefónica pero mantenía una cultura totalmente distinta. Descubrí un entorno en el que lo importante era el impacto real en el cliente final, una visión muy diferente a la de las grandes corporaciones.
Después salté a AWS, donde viví un proyecto apasionante en plena efervescencia del cloud computing. Ahí aprendí mucho, tanto de cómo hacer las cosas como de cómo no hacerlas. Me impregnó la cultura americana de valores, con una obsesión real por el cliente y la excelencia.
Posteriormente, me incorporé a Coverwallet, una startup americana con equipo de ingeniería en España. Conocí a Pablo Molina (CTO) e Iñaki Berenguer (CEO), dos referentes con mentalidad tecnológica y visión global. Fue una experiencia clave para mí: mientras estaba allí hice un Executive MBA en el IESE, lo que me permitió cerrar el círculo entre tecnología, negocio y finanzas. Pude participar en todo el proceso de adquisición de la empresa, lo cual fue un máster en sí mismo sobre estrategia y operaciones de alto nivel.
¿Todo ese recorrido te ha llevado a consolidarte como CIO?
Exacto. Cada etapa fue construyendo lo que hoy soy como CIO. He ido sumando experiencias que ahora aplico en Northius. El punto de unión siempre ha sido la tecnología al servicio del negocio.
¿Qué te impulsó a cambiar de sector y entrar en el ámbito educativo?
No tenía experiencia previa en educación, igual que tampoco la tenía cuando entré en el sector asegurador. Pero hay algo que aprendí durante el máster y que ahora transmito como mentor: cuando pivotas profesionalmente, cambia solo uno de los dos ejes -sector o rol-, pero no ambos a la vez. Yo mantuve mi rol tecnológico y cambié de sector.
Al final, todos los sectores tienen una esencia común, y eso es lo que me permite adaptarme. En educación, igual que en otros, necesitas conocer bien al cliente, entender a la competencia, los stacks tecnológicos… Es un proceso de aprendizaje continuo.

¿Cuál es tu rol actual en Northius?
Me incorporé a Northius con una misión clara, compartida por los accionistas (un fondo de Private Equity) y por el CEO, Cristian Moure: transformar la compañía. Northius alcanzó los 100 millones de facturación en 2023 a base de fuerza bruta, con una tecnología basada prácticamente en Excel y un Salesforce muy básico. Me llamaron para dar el salto, porque sabían que sin tecnología no podríamos escalar a los 1.000 millones.
Mi reto es llevar Northius de ser una pyme consolidada a convertirse en una verdadera EdTech. Y eso no va solo de tecnología: va de cultura, de poner al cliente en el centro, de transformar una empresa de ventas en una empresa de producto.
¿Qué significa exactamente ‘empresa de producto’ en vuestro caso?
Desde una mentalidad tecnológica como la de Silicon Valley, una empresa de producto es aquella que resuelve un problema concreto del cliente. En nuestro caso, ese problema es la empleabilidad. Nosotros acompañamos al alumno en todo el proceso, desde el aprendizaje hasta el acceso al mercado laboral.
No se trata solo de dar un curso, sino de guiar, ofrecer prácticas, conectarlo con empresas. Tenemos más de 20.000 colaboradoras. Así conseguimos que el aprendizaje tenga un impacto real.
¿Cómo estructuras la transformación tecnológica desde tu posición?
Mi responsabilidad cubre toda la estrategia de datos, inteligencia artificial, ciberseguridad, desarrollo software y producto. En otras palabras, toda la transformación digital. Por eso mi rol es doble: CIO y CPO. Porque no se puede transformar una empresa sin unir tecnología y negocio. Son lo mismo.
He montado equipos que se organizan en torno a la cadena de valor del alumno: desde la creación del producto educativo, pasando por la captación y ventas, la experiencia del usuario y, finalmente, el resultado que obtiene el alumno. Todo lo que hacemos se mide en función de si resuelve o no ese problema de empleabilidad.

Antes era imposible hacer un examen distinto para cada alumno porque un profesor no puede corregir 200 versiones. Con IA sí podemos hacerlo
ALBERTO BASELGA, CIO Y CPO DE NORTHIUS
¿Llegáis a garantizar la empleabilidad?
No la podemos garantizar aún, pero es nuestro objetivo. No solo damos acceso a contenido, damos acceso al mercado. Queremos que el alumno no solo aprenda, sino que logre integrarse en el entorno profesional a través de prácticas reales.
¿Con qué inversión cuentas para impulsar esta transformación tecnológica? ¿Te han dicho “haz magia” o tienes recursos reales?
Cuando llegué, había un equipo clásico de IT: sistemas, soporte, redes… pero nada orientado al desarrollo. Así que no se trataba tanto de pedir inversión externa, sino de hacer una reestructuración interna profunda.
Transformar significó buscar presupuesto dentro de la propia compañía. Por ejemplo, dejamos de trabajar con ciertas consultoras externas (algunas suponían hasta 800.000 euros al año) y ese presupuesto lo reconvertimos en contratación directa. Además, reciclamos algunos perfiles internos y sumamos talento nuevo.
¿Cuántas personas forman ahora tu equipo?
Actualmente somos algo más de 60 personas. Y con una filosofía muy clara: alta densidad de talento. Equipos pequeños, muy cualificados y bien pagados. Solo contratamos perfiles senior hacia arriba. No estamos aún en una fase de formación interna, aunque seamos una empresa de educación. Ahora estamos construyendo, y para eso necesito “cemento armado”, gente que ya haya vivido transformaciones similares.
¿Qué porcentaje del presupuesto representa la tecnología?
Invertimos aproximadamente el 8% de la facturación total en tecnología. En ese porcentaje se incluye todo: personal, herramientas, licencias, proveedores, infraestructura, etc. Para el sector educativo, no es poca cosa.
Has mencionado que redujisteis el uso de consultoras. ¿Cuál es tu visión sobre trabajar con partners tecnológicos?
No estoy en contra de trabajar con partners, pero soy muy exigente con la relación. Para mí, un partner no es un amiguete: es alguien con quien hay que construir una colaboración de valor mutuo, un auténtico win-win. He vivido situaciones donde había tres proveedores distintos trabajando durante cuatro años solo para implantar Salesforce. Cuando lo heredamos, el código parecía deliberadamente diseñado para que nadie más pudiera entenderlo.
Por eso, aunque trabajamos con consultoras, prefiero concentrar en pocas, con relaciones profundas y bien gestionadas. Es más fácil entenderse y avanzar.
¿Y en cuanto a proveedores tecnológicos? ¿Optas por una estrategia de diversificación o prefieres pocos fabricantes?
En herramientas y sistemas, apuesto por el modelo multiproveedor. Me gusta evitar el vendor lock-in. Uso Salesforce, Amazon, Azure y probablemente añadamos Google Cloud. También trabajamos con Microsoft Business Central, que compite con Salesforce. Esta diversidad me permite elegir la solución que mejor se adapta a nuestras necesidades, no a las del proveedor.
En cambio, cuando hablamos de desarrollo, sí prefiero trabajar con un único partner fuerte en lugar de varios. Es un trabajo humano a humano, donde la comprensión mutua es esencial.
¿Cuál es el modelo tecnológico de Northius? ¿Multicloud, on-premise, shadow IT…?
No tenemos prácticamente nada de on-premise ni legacy, y apenas hay shadow IT. Apostamos por una arquitectura moderna, basada principalmente en la nube. Dividimos nuestra tecnología en dos grandes áreas: datos y producto digital.
¿Cómo es vuestra estrategia de datos?
Venimos de un modelo anticuado, que hemos transformado completamente. Hoy usamos una arquitectura moderna por capas. Captamos datos desde múltiples fuentes, tanto internas como externas, y los estructuramos para que el negocio pueda tomar decisiones basadas en evidencias.
Usamos Amazon como base, Prefect.io para los ETL, y DBT, que ha sido clave. DBT nos permite aplicar prácticas del mundo del software al dato: versionado, testing, integración continua… Así construimos un sistema robusto y escalable.
Y la inteligencia artificial, ¿cómo entra en juego?
El primer día, el CEO me preguntó cuándo tendríamos IA. Le dije que no podíamos empezar la casa por el tejado. Pero ya estamos trabajando en ello. Desplegamos nuestros propios modelos de machine learning y lo integramos en nuestro ecosistema para apoyar decisiones de negocio y personalizar la experiencia del alumno.
¿Qué significa hoy la inteligencia artificial para el sector educativo?
La IA representa una oportunidad enorme, pero también una amenaza. Es un cambio total de paradigma, tanto en la forma de aprender como en la de enseñar. En nuestra visión, es una palanca que hay que activar con sabiduría. Nos permite levantar barreras de entrada en nuestro mercado, romper limitaciones previas.
¿Cuál crees que debe ser el propósito de la IA en este contexto?
Te hablo como CPO: la clave está en la personalización. Lo que siempre se ha considerado ideal, una educación personalizada, ahora puede escalarse. El gran reto era cómo llevar eso a millones. Y la respuesta es la tecnología.
Coursera, por ejemplo, es increíble, pero no es personalizado. Ofrece contenido masivo, pero igual para todos. En cambio, una pequeña academia de barrio sí personaliza, pero no tiene alcance. La IA cambia las reglas: permite personalizar a gran escala.
¿Cómo la usáis en los productos educativos de Northius?
Trabajamos en dos dimensiones. Por un lado, el producto formativo en sí. Los alumnos tienen un problema de empleabilidad y tratamos de resolverlo con formación, ya sea teórica o práctica. Pero ese mercado laboral también está cambiando por la IA, así que nuestro producto tiene que adaptarse.
Tenemos más de 14 marcas y más de 500 cursos. Estamos integrando la IA generativa para que cada alumno pueda usarla en su contexto profesional particular.
Por otro lado, está el modelo de enseñanza. Aquí la IA nos permite personalizar de verdad. No tiene sentido personalizar el proceso de pago, por ejemplo. Pero sí cómo consumes contenido educativo: a tu nivel, con tus preferencias.

¿Cómo están trabajando esa personalización en la práctica?
Nuestro KPI es claro: ayudar al alumno a aprender más y mejor. En lo práctico, podemos personalizar desde las evaluaciones hasta las experiencias. Antes era imposible hacer un examen distinto para cada alumno porque un profesor no puede corregir 200 versiones. Con IA sí podemos hacerlo.
Además, podemos adaptar la parte experiencial: te puedo pedir que hagas un artículo, desarrolles un proyecto o resuelvas un problema específico, según tus intereses y nivel. Y todo eso, corregido también de forma personalizada.
¿Y cómo se refleja esto a nivel de negocio?
Aquí es donde la IA también tiene un impacto brutal. Para crear contenido, antes necesitábamos mucho tiempo y capital (CAPEX). Ahora tenemos un sistema de agentes inteligentes: redactor, corrector, verificador de marca… Todos ellos generan contenido con IA, que luego revisa un experto humano.
Esto nos ha permitido reducir en un 40% el time to market de los cursos y en un 50% el coste por curso. Y, además, nos da una escalabilidad enorme.
¿Y cómo cambiará la educación virtual con eso?
Cambiará mucho. No solo en cómo se consume contenido, sino en cómo se experimenta. Estudiantes y docentes tendrán que adaptarse a esta nueva calculadora. Y sí, hay riesgos: reducción de esfuerzo cognitivo, dependencia tecnológica… pero también oportunidades de evolución. Lo importante será cómo nos adaptemos.