La nube se está convirtiendo en una de las inversiones más importantes para todo tipo de organizaciones. Gartner predice que el gasto mundial en Software como Servicio (SaaS) ascenderá a 85.100 millones de dólares este año; el de Infraestructura como Servicio (IaaS) se situará en 39.500 millones de dólares y el de Servicios de Infraestructura de Aplicaciones (también conocido como Plataforma como Servicio o PaaS) llegará a los 18.800 millones. El gasto total de estos tres conceptos alcanzará la friolera de 143.400 millones, y subirá casi un 20% el año que viene.
El gasto total de estos tres conceptos alcanzará la friolera de 143.400 millones, y subirá casi un 20% el año que viene
La nube surgió con la promesa de abaratar los costes de operación y de agilizar la implementación de las distintas tecnologías, sin embargo, estos objetivos no siempre se cumplen, ya que un gran número de organizaciones se están encontrando con alguna dificultad a la hora de controlar los costes que les supone operar en ella. Más cuando como consecuencia de sus estrategias cloud-first, han dado rienda suelta a sus equipos a la hora de poner en marcha nuevos servicios con la finalidad de lograr una mayor competitividad.
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¿Por qué se incrementan los costes en la nube?
Existen distintos factores que influyen en el crecimiento de costes en la nube, pero sin duda el más relevante es la creciente complejidad de la propia tecnología. En Crayon nos hemos encontramos con organizaciones que han contabilizado más de 500 actualizaciones de software anuales solamente de un proveedor cloud. Esta realidad hace que para las organizaciones resulte inviable mantener su tecnología al día, ya que supondría destinar solo a esta tarea una gran cantidad de recursos tanto económicos como de personal.
El segundo factor es la falta de planificación de las organizaciones en sus viajes hacia la nube. Las compañías están convencidas de la conveniencia de orientarse al entorno cloud, pero una gran cantidad de ellas inician el camino sin establecer antes una metodología clara que abarque desde el punto de partida en una situación on-premises hasta completar la evolución en la nube. Esta falta de proyecto hace que no siempre se tomen las decisiones adecuadas y que la transición pueda llegar a ser un proceso tortuoso y más caro de lo previsto.
¿Qué podemos hacer?
Como en casi todos los ámbitos, la gestión de costes en la nube involucra personas, procesos y tecnología. Con las herramientas y los métodos adecuados, los responsables de controlar la inversión tecnológica de una organización serán capaces de tomar decisiones basadas en datos y de asegurar que la cloud brinde a la organización todos los beneficios que ese modelo promete, evitando los efectos perjudiciales de un gasto excesivo.
En primer lugar, la gestión y el control presupuestario de los servicios en la nube (IaaS, PaaS y SaaS) son muy similares a las prácticas de gestión de activos de software (SAM) tradicionales. De esta forma, se hace necesario trasladar lo que ya se está haciendo en el entorno on-premise a lo que se pretende hacer en la cloud. Es necesario que las unidades de negocio sigan trabajando estrechamente con los departamentos de Compras, a fin de asegurar que los servicios que requiera cada unidad no generen gastos duplicados o mayores que si se adquirieran de forma centralizada.
En cuanto a la tecnología, muchas compañías cuentan con herramientas que les ayudan a gestionar sus activos de software (SAM) tradicionales, pero que son incapaces de cubrir adecuadamente la administración de los recursos en la nube. Resulta fundamental utilizar herramientas que proporcionen el conocimiento apropiado para poder tomar el control. Herramientas automatizadas que faciliten la innovación, es decir, que permitan a las personas crear nuevas instancias virtuales en el momento en el que las necesiten, pero que también sean capaces de darlas de baja cuando ya no resulten útiles, evitando que, bien por olvido o por desidia, sigan estando indefinidamente activas y generando costes. Lo mismo pasa con la adquisición de licencias. En muchos casos se compran licencias con más capacidades de las necesarias y que se acaban infrautilizando. Estas nuevas herramientas de gestión deben ser capaces de determinar si es conveniente degradar una licencia o eliminarla por completo.
Finalmente, las personas. No se puede negar que la gestión del gasto en la nube es algo complejo, pero al final, con nube o sin ella, ninguna empresa debe olvidar que el CIO o el director de IT deben seguir siendo los responsables de administrar los datos y las aplicaciones de acuerdo a las necesidades del negocio.