“La era de los ordenadores puede verse en todas partes salvo en las estadísticas de productividad”, sentenció el premio Nobel Robert Solow en 1987 asegurando que las inversiones en tecnologías de la información y comunicación (TIC) no estaban generando retornos.
Defensores y detractores de esta afirmación han continuado avivando el debate y todavía hoy no se ha llegado a un consenso. Eso sí, todos se muestran de acuerdo sobre la dificultad de medir los resultados que generan estas inversiones.
¿Qué debe contemplar la valoración de las inversiones en TIC?
La valoración de una inversión en TIC implica el análisis de factores que van más allá de los aspectos meramente económicos, debido a que en numerosas ocasiones la implantación de una tecnología conlleva cambios en los procesos y maneras de operar que dan lugar a nuevas capacidades. Así, la valoración debe abarcar aspectos relacionados con la estructura organizativa de la empresa, la capacitación de la mano de obra, los costes de cambio de pasar de un sistema a otro, etc.
¿Qué beneficios deben medirse?
Normalmente, los estudios sobre el retorno de una inversión en TIC hacen referencia a los beneficios económicos, como la reducción de los costes. Los beneficios comúnmente incluidos en el análisis son el ahorro en mano de obra (debido a la automatización de los procesos); el ahorro en gasto de capital; las ganancias en productividad del usuario (reducciones del “tiempo muerto” del sistema o aumentos de la eficacia en la ejecución de tareas específicas); y el incremento de ingresos debido a mayores ventas.
Sin embargo, es necesario considerar las ventajas intangibles generadas por las nuevas tecnologías, como el impacto en los resultados y el desempeño operativo. Algunos ejemplos son la mejora de la satisfacción del cliente, una mayor disponibilidad y accesibilidad de la información, reducciones de tiempo, etc.
¿Qué costes deben incluirse?
Los costes de capital de las inversiones en TIC son fáciles de identificar y están relacionados con los costes de hardware, software, herramientas de desarrollo; sin embargo existe una serie de costes cuya consideración esta sujeta a interpretaciones de los tomadores de decisión, como por ejemplo los costes de mantenimiento o los costes de formación del personal; Varios estudios han demostrado que estos costes tienen un peso importante sobre el total de la inversión, y pese a las posibles discrecionalidades en la decisión, estos costes suelen tener impactos tangibles sobre los resultados de la empresa. Por ello, es importante estimar cuan tangibles son estos resultados.
¿Qué medidas se utilizan para cuantificar la rentabilidad de las TIC?
La naturaleza de las inversiones en TIC impide contar con una metodología única para su valoración. Sin embargo, todo proyecto de inversión debe contar con alguna justificación financiera. Existe un amplio número de medidas financieras que pueden ser utilizadas para este fin.
Las más comúnmente utilizadas son el Retorno de la Inversión (ROI), que se define como el ratio entre ingreso neto y costes; el Valor Actual Neto (VAN), es decir, el valor actual de la diferencia entre ingresos y gastos del proyecto; la Tasa Interna de Retorno (TIR), que es la tasa que hace que el VAN sea igual a cero; el Periodo de Recuperación de la Inversión (PRI), que es el tiempo necesario para que el proyecto recupere el capital invertido; y el Coste Total de Propiedad (TCO), que se define como el coste promedio de propiedad sobre un período de tiempo (por lo general de tres a cinco años) sin considerar los beneficios de posesión o uso de activos (Ver Computing, 11 de febrero de 2004).
¿Cuáles son los problemas de medición de la rentabilidad de las TIC?
Los problemas de medición de la rentabilidad de las TIC provienen de dos aspectos: 1) el periodo de espera necesario para percibir el retorno de la inversión y 2) la medición de beneficios y costes.
La forma de financiación dependerá del tiempo que tarda en generar retornos, que varía dependiendo de su naturaleza y del grado de absorción de las nuevas tecnologías por parte de la empresa.
Generalmente, los beneficios de la inversión en TIC llegan a los dos o tres años. Errores al reconocer este periodo de espera pueden conducir a una toma de decisiones errónea y, en ocasiones, a subinvertir en TIC.
Por otro lado, a diferencia de los costes de inversión, más fáciles de cuantificar, el cálculo de los beneficios no es sencillo: las inversiones en TIC generan tanto beneficios tangibles como intangibles. Además, dado que el uso de tecnología se aplica a todos los procesos de negocio, resulta difícil separar los beneficios procedentes de una inversión específica en TIC de aquellos que se derivan de otras inversiones.