Imagínese una ciudad tan densamente poblada que las redes de telefonía móvil se ralentizaran continuamente, hundiéndose bajo el peso de una base de suscriptores que crece sin cesar. Imagínese una línea del horizonte tan amplia que sus rascacielos monolíticos ya no se pueden reparar eficazmente sin redes de sensores en tiempo real y una multitud de tecnologías conectadas: parquímetros inteligentes, vehículos autónomos, sistemas de iluminación dinámicos y drones de mantenimiento, todos ellos ávidos de conectividad. A medida que el ancho de banda se seca y la espina dorsal tecnológica invisible que todos damos por sentada comienza a deshacerse, ¿qué sería lo primero que te perderías?
En poco tiempo, esta alarmante hipótesis podría convertirse en una preocupación del mundo real. Basándose en los índices actuales de urbanización, Ernst & Young proyecta que dos tercios de la población mundial residirá en ciudades para el año 2050. Durante los próximos 40 años, los centros urbanos verán llegar a un asombroso millón de nuevos residentes cada semana. Esta tendencia se ve agravada por los efectos del cambio climático: A pesar del aumento de la población urbana, las ciudades deben encontrar formas de reducir el consumo de recursos y mitigar las emisiones de carbono. Al mismo tiempo, los cambios en los patrones de lluvia están redefiniendo la gestión de las aguas pluviales urbanas. En la ciudad de Nueva York este verano, los diluvios torrenciales han desbordado con frecuencia los desagües, las carreteras y los sistemas de tránsito. Por el contrario, las ciudades suecas están experimentando una de las estaciones más secas en décadas. A medida que las precipitaciones parecen seguir disminuyendo en ráfagas más cortas y concentradas, las sequías y las inundaciones se están convirtiendo en una preocupación cada vez mayor.
La telemetría en tiempo real es posiblemente la herramienta más poderosa que una ciudad tiene para responder a estos desafíos, pero una red de sensores escalable exige una plataforma más fuerte y confiable para la conectividad móvil. Ahí es donde entra en juego la tecnología 5G. La tecnología de Ericsson, que se desarrolla en colaboración con las principales empresas de telecomunicaciones del mundo, municipios y una serie de organizaciones de los sectores público y privado, tiene por objeto satisfacer las necesidades de los usuarios actuales y futuros mediante la creación de una red celular mucho más sólida. 5G ofrece velocidades inalámbricas comparables a las de la banda ancha cableada de hoy en día, a la vez que ofrece una mejor eficiencia energética que las modernas redes 4G.
Se trata de algo más que alimentar teléfonos inteligentes. Debido al aumento del IoT (Internet de las cosas), la aparición de vehículos autónomos y la necesidad de edificios más inteligentes y eficientes, el número de puntos terminales en las áreas metropolitanas crecerá exponencialmente, pasando de millones a miles de millones de dispositivos conectados. Los sensores de IoT lo supervisarán todo, desde la calidad del aire hasta el uso de la energía y los patrones de tráfico. Esta tecnología permitirá todo, desde el aparcamiento inteligente hasta la gestión de atascos y la respuesta a emergencias. Dado que muchos de estos dispositivos estarán integrados en lugares de difícil acceso y a menudo peligrosos, la conectividad inalámbrica será clave para permitir un diseño flexible y la reconfiguración sobre la marcha.
Mientras tanto, los sistemas como los coches sin conductor y los drones de mantenimiento dependerán cada vez más de la telemetría en tiempo real para funcionar. 5G es más que la red celular que proporciona conectividad a esta riqueza tecnológica; es el tejido conectivo que lo une todo, permitiendo a los operadores extraer vastos conjuntos de datos para obtener información procesable que será crucial para lograr un crecimiento urbano sostenible.
“Hoy en día, varias empresas y ciudades están desplegando soluciones tecnológicas existentes que ayudan en la gestión y supervisión de los recursos. Y mañana, los dispositivos inteligentes, incluidos los sensores y otros dispositivos conectados, junto con la capacidad de red flexible, permitirán una analítica de datos nunca antes vista que generará beneficios sociales y económicos, entre los que se incluyen aspectos como la reducción del tráfico, el diseño de edificios inteligentes y la gestión de la energía, todo ello informado mediante el uso de la capacidad de una red inteligente avanzada”, dice un informe de la Brookings Institution sobre la sostenibilidad y el 5G.
A medida que continuamos hacia un mundo más urbanizado y los impactos del cambio climático se hacen cada vez más graves, la necesidad de 5G se vuelve verdaderamente primordial.
“Con la emergente red 5G y el Internet de las cosas, es posible desplegar la tecnología de manera que proteja el medio ambiente y promueva la sostenibilidad a largo plazo. Estas innovaciones de nueva tecnología tienen el potencial de convertirse en una parte integral y acelerar los esfuerzos globales para abordar los desafíos de la sostenibilidad”, continúa el informe. “Con el 5G, los gobiernos, la industria, las comunidades y los individuos tendrán la conectividad, la capacidad y la agilidad para hacer frente a muchos de los retos a los que se enfrenta el mundo mientras trabajamos para garantizar la protección duradera del planeta y sus recursos”.