Los peligros del metaverso, ¿estamos realmente a salvo?

Por John Donegon, analista de empresas de ManageEngine.

Publicado el 28 Sep 2022

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Qué es el metaverso

El “metaverso” entró por primera vez en la cultura en 1992, cuando la novela distópica de ciencia ficción de Neal Stephenson “Snow Crash” llegó a las librerías. El metaverso de Snow Crash describía un mundo virtual que los humanos visitan a través de la realidad aumentada, Internet y las gafas.

Al igual que la visión de Mark Zuckerberg, los personajes de Snow Crash entran en el metaverso encarnados en un avatar de su elección y utilizan moneda electrónica encriptada para comprar bienes inmuebles virtuales en el metaverso, algo muy parecido a lo que ocurre hoy en día en las plataformas de RV con blockchain, como Decentraland y Sandbox.

Según el blog de Meta, el metaverso es “la próxima evolución de la conexión social”. Como explica Zuckerberg “se puede pensar en el metaverso como una Internet encarnada, en la que en lugar de limitarse a ver contenidos, se está en ellos”. Zuckerberg, y otros, ven el metaverso como la próxima iteración de Internet. Y al igual que el boom de las puntocoms en los años 90, cuando la gente se apresuró a comprar nombres de dominio, los individuos y las organizaciones compran tokens no fungibles (NFT) y plantan sus banderas corporativas en el metaverso.

En Europa, todo apunta a que España se convertirá en uno de los centros de la expansión del metaverso. En marzo Meta anunció que crearía su primer Meta Lab en la capital, Madrid. Consistirá en un centro de desarrollo del metaverso que dará empleo a más de 2.000 personas en los próximos años. Este anuncio ayudó también a atraer a varias compañías tecnológicas con planes de inversión en el Metaverso.

Sin caer en el alarmismo, vale la pena examinar lo que supondrá la creación de este metaverso desde el punto de vista de la privacidad, la seguridad y las políticas públicas.

Las partes interesadas esperan aprender de los primeros días de Internet.

No cabe duda de que los primeros días de Internet revolucionaron el comercio; sin embargo, esto no ocurrió sin problemas. Por ejemplo, los sitios web de principios de los 90 estaban plagados de estafas. Los delincuentes se aprovechaban de la falta de familiaridad de los usuarios con la tecnología; creaban sitios para hacerse pasar por bancos, organizaciones y otras entidades. Sin duda, las campañas de phishing, el robo de criptomonedas y otras estafas también serán frecuentes en el metaverso.

Los problemas de seguridad y privacidad abundan

Desde el punto de vista de la seguridad, la superficie de ciberataque se ampliará considerablemente. Habrá dispositivos IoT y wearables de múltiples proveedores; los sensores recogerán datos por todas las oficinas y hogares; y las empresas del metaverso procesarán activamente una cantidad colosal de comportamientos de los usuarios en tiempo real. Como ya se ha mencionado, el uso de avatares facilitará la comisión de fraudes por parte de los atacantes, y la prevalencia de las transacciones de criptodivisas les facilitará esconder sus ganancias mal habidas.

La situación es igualmente preocupante desde el punto de vista de la privacidad. Las empresas que dirigen el metaverso utilizarán dispositivos de realidad aumentada (AR) o realidad virtual (VR) que obtendrán una tonelada de información personal identificable (PII), incluyendo datos financieros y personales. Después de todo, ¿cómo van a verificar las empresas y organizaciones del metaverso quiénes somos los usuarios? Aún más problemático es el hecho de que muchas de estas empresas querrán recoger datos biométricos, como huellas dactilares y reconocimiento facial.

Todo esto constituye un nivel de recopilación de datos personales que actualmente no es socialmente aceptable; sin embargo, dentro de unos años, ¿quién sabe? Como hemos visto, cuando se trata de ceder datos personales, el público acaba aceptando. Puede ser una pendiente un poco resbaladiza. El metaverso podría ser el catalizador de una ley de IA o de una ley nacional de privacidad digital que prohíba la venta de datos de los usuarios a terceros. Hasta entonces, sin embargo, siguen siendo cuestiones preocupantes y abiertas que serán respondidas por los actores del metaverso y la dinámica del mercado, más que por la legislación.

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Redacción

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