La Inteligencia Artificial (IA) y los riesgos que conlleva toman actualidad, teniendo en cuenta que la IA se ha convertido en una tecnología ubicua.
Desde asistentes personales hasta modelos capaces de generar código, imágenes o vídeos, su influencia es transversal.
Según Gartner, el 80% de las empresas planea integrar la IA en sus operaciones para 2026. Sin embargo, menos del 30% afirma contar con marcos éticos o de gobernanza adecuados.
Es un hecho que la industria tecnológica vive un momento de efervescencia. El lanzamiento de modelos como ChatGPT, Gemini o Claude ha desencadenado una carrera global por dominar el futuro de la IA.
Y mientras gigantes como Microsoft, Google, Amazon o Meta se disputan el liderazgo, Europa observa con cautela y regulación en mano.
El lanzamiento de modelos como ChatGPT, Gemini o Claude ha desencadenado una carrera global por dominar el futuro de la IA
En este contexto, a la vez que proliferan los GPT personalizados, otras voces piden parar, reflexionar y diseñar salvaguardas.
Así, la reflexión sobre los riesgos de la IA se vuelve urgente, no como freno a la innovación, sino como brújula ética y estratégica.
Así las cosas, junto a las promesas de productividad, eficiencia y creatividad de la IA, emerge con igual fuerza un debate necesario: ¿estamos preparados para afrontar los riesgos que implica?
De acuerdo con el Informe 2024 ‘Consumer Cybersecurity Assessment‘ de Bitdefender, el 80% de los españoles se muestran preocupados por la seguridad y privacidad relacionadas con la IA, superando la media global del 67%.
Índice de temas
La IA y sus riesgos: de la disrupción al vértigo
Todo cambió con un artículo publicado en 2017 por un equipo de Google en Mountain View: ‘Attention is all you need‘.
Este trabajo sentó las bases de los modelos transformer, que pronto revolucionaron el procesamiento del lenguaje y de datos clave reduciendo la dependencia de expertos humanos.
Tras esto, Google, inicialmente prudente, vio cómo parte de su equipo abandonaba la compañía para fundar proyectos como OpenAI y Anthropic.
A partir de ahí, el avance ha sido imparable con la llegada de modelos como ChatGPT, Claude o Gemini.
Los modelos actuales de IA tienen una capacidad asombrosa para generar contenido, automatizar procesos y transformar industrias, pero siguen funcionando como cajas negras
El vértigo no es solo tecnológico, pues también lo es ético, social y político.
Los modelos actuales tienen una capacidad asombrosa para generar contenido, automatizar procesos y transformar industrias, pero siguen funcionando como cajas negras.
Según el Instituto Alan Turing, solo el 10% de los modelos de IA explican claramente cómo toman sus decisiones, y eso es un problema.
10 riesgos de la IA que no podemos obviar
Sesgos algorítmicos
La IA aprende de datos históricos y eso significa que también replica las desigualdades del mundo real.
Desde procesos de selección de personal en áreas de recursos humanos, hasta evaluaciones financieras o análisis jurídicos, los sesgos reproducen y perpetúan discriminaciones estructurales.
La selección de personal en recursos humanos, análisis financieros o jurídicos incluyen sesgos que reproducen y perpetúan discriminaciones estructurales
Falta de explicabilidad, uno de los riesgos de la IA
Muchos sistemas de IA son opacos y proporcionan resultados sin que ni siquiera sus creadores puedan explicar del todo cómo han llegado a ellos.
En sectores como la sanidad o los seguros, esto puede tener consecuencias directas sobre la vida de las personas. ¿Cómo auditar una decisión que no se puede explicar?
Deepfakes y manipulación informativa
La IA generativa plantea retos éticos, pues ha democratizado la creación de vídeos falsos, audios manipulados, simulación de conversaciones humanas o la generación de contenido falso, con el potencial de alterar elecciones, estafar a personas o suplantar identidades.
Los deepfakes ya no requieren conocimientos técnicos avanzados. Según el European Digital Media Observatory, más del 30% del contenido de desinformación detectado en procesos electorales de 2024 en la UE fue generado o amplificado por IA.
Pérdida de privacidad de los datos
La IA ya no solo responde, también observa.
Modelos como Gemini o Copilot acceden a documentos, correos y otros datos privados para ofrecer respuestas más ajustadas, lo que plantea serias dudas sobre la privacidad de los datos, incluso bajo normativas como GDPR.
Modelos como Gemini o Copilot acceden a documentos, correos y otros datos privados, lo que plantea serias dudas sobre la privacidad de los datos
Así, el equilibrio entre utilidad y privacidad es cada vez más frágil.
Dependencia cognitiva
La hiperautomatización puede debilitar nuestras capacidades críticas, fomentando una producción repetitiva y homogénea.
Si dejamos que la IA escriba por nosotros, ¿qué pasará con la creatividad, el criterio o la diversidad de pensamiento?
Desplazamiento laboral
El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) estima que para 2027 se destruirán 83 millones de empleos por efecto de la IA, aunque se crearán otros 69 millones.
El reto es cómo facilitar la transición. Ya no solo peligran tareas rutinarias, también profesiones creativas.
Apropiación y uso ilegítimo de contenido
Muchos modelos se han entrenado con materiales protegidos por derechos de autor, sin el consentimiento de sus creadores.
Aunque algunas empresas han comenzado a cerrar acuerdos para evitar litigios, el debate sobre la propiedad intelectual sigue candente y sigue siendo uno de los riesgos de la IA.
Agentes de IA autónomos
El futuro pasa por asistentes que ya no solo responden a preguntas, sino que actúan siendo capaces de planificar tareas, adaptarse a cambios y negociar dinámicamente.
Para que esto sea posible, será necesaria una mejor coordinación entre agentes, integración con API del mundo real y protocolos robustos de seguridad, ya que un agente que puede hacer reservas o compras también podría ser manipulado para cometer fraudes o suplantaciones.
Ciberseguridad y riesgos de la IA
La utilización de la IA por actores maliciosos ya es una realidad y está transformando el panorama de amenazas.
Desde creación de malware hasta ataques de ingeniería social hiperpersonalizados, phishing o la explotación de vulnerabilidades, los cibercriminales tienen ahora más herramientas que nunca.
Y lo preocupante es que no necesitan saber programar, basta con saber qué prompt escribir.
Existe un gran desafío para la defensa digital, debido a la capacidad de la IA para automatizar y escalar ataques con facilidad
Expertos como Nataly Kremer, directora de producto e I+D en Check Point Software, advierten que “esta combinación representa un desafío para la defensa digital, debido a la capacidad de la IA para automatizar y escalar ataques con facilidad”.
Por otro lado, conviene señalar que, en 2024, el coste medio de una brecha de datos alcanzó la asombrosa cifra de 4,88 millones de dólares, según el informe anual de IBM, Cost of a Data Breach Report, lo que supone un aumento del 10% con respecto al año anterior.
Esta estadística subraya una tendencia preocupante en nuestro mundo cada vez más digital: las filtraciones de datos son cada vez más frecuentes, más sofisticadas y significativamente más caras.
Asimetría de poder
El entrenamiento de modelos requiere enormes recursos computacionales.
Esto concentra el poder en manos de unas pocas empresas capaces de hacer frente a las grandes inversiones que requieren esas infraestructuras.
El riesgo lo encontramos en que una IA pueda no ser realmente abierta ni democrática.
No hay vuelta atrás, pero sí hay elección
Con la IA estamos en el umbral de una revolución tan profunda como la que supusieron el PC, los smartphones o la propia Internet.
Su avance no tiene freno, pero sí es posible decidir cómo, para qué y con qué límites la integramos en nuestras sociedades y empresas.
La IA puede ser una aliada formidable, pero como toda herramienta poderosa, exige lo más difícil de todo: gobernarla con inteligencia humana
La IA no es el futuro, es el presente. Negar sus beneficios sería ingenuo, mientras que ignorar sus riesgos sería una irresponsabilidad.
El verdadero reto pasa por construir un marco que impulse la innovación, proteja a las personas y preserve lo que nos hace humanos.
La IA puede ser una aliada formidable, pero como toda herramienta poderosa, exige lo más difícil de todo: gobernarla con inteligencia humana.