La inflación y la guerra trastocan todos los planes

Por José Manuel Burgueño, Doctor en Ciencias de la Información.

Publicado el 13 Ene 2023

La inflación y la guerra trastocan todos los planes.

“El elemento más preocupante en la actual fase de recuperación es la inflación”, decía en un encuentro financiero ya en noviembre de 2021 el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, cuando la inflación de la Zona Euro no llegaba aún al 5%. Un año después, ya por encima de los dos dígitos, la subida de los precios se ha convertido, tanto para los Gobiernos como para las instituciones internacionales, en el enemigo número uno, el molesto invitado sorpresa que, junto con la guerra de Ucrania, está desbaratando todos los planes de crecimiento y cuyos efectos amenazan incluso con hacernos entrar en recesión global.

En España, el Gobierno vaticinaba en septiembre de 2021 que el primer trimestre de 2022 sería ya “el primero con un nivel de actividad económica superior a la registrada en el primer trimestre de 2019”, es decir, habiendo recuperado los niveles de actividad económica previos a la pandemia. Ahora se apunta a no antes de 2024, incluso 2025, según las últimas previsiones del FMI.

No es nada frecuente -salvando, obviamente, el singular año de la pandemia- que las estimaciones de crecimiento económico de un año para otro de prácticamente todos los organismos sufran desviaciones de casi una tercera parte (en el caso de las del Gobierno más aún), como ha ocurrido el año que cerramos. La inflación desbocada y las consecuencias del belicismo de Putin, que conllevan una ralentización global, han provocado que los siete puntos de crecimiento del PIB que a finales de 2021 preveía el Gobierno para 2022 se quedaran en torno a un 4,5%, con un final de año de estancamiento técnico.

Fuente: Computing.
Fuente: Computing.

En apenas tres meses, los altísimos niveles del IPC y el contexto internacional obligaron al Ministerio de Economía a rebajar dos veces su estimación para 2023, dejándola en casi la mitad: en julio, el 3,5% previsto se redujo al 2,8%, y en octubre se volvió a revisar para dejarlo en el 2,1%. Su titular, Nadia Calviño, calcaba a finales de noviembre las palabras que un año antes pronunciara Luis de Guindos: “El reto más importante que tenemos en la economía española es la inflación”, y esperaba que el respiro que este índice empezó a dar desde agosto (cuando inició su descenso desde el pico de julio de casi el 11%) “se mantenga en 2023”. Según todas las estimaciones, sí es previsible que continúe bajando como ha hecho a finales de 2022.

La mayor parte de los analistas coincide en situar la inflación de 2023 ya en entornos del 5%

Precios a la baja, pero despacio

Efectivamente, la mayor parte de los analistas coincide en situar la inflación de 2023 ya en entornos del 5% (el Banco de España, el más pesimista, la eleva al 5,6%, mientras que la AIReF o Bankinter creen que podría no llegar al 4%), que aunque no alcanza el optimismo del Gobierno (que la reduce por debajo del 3%), sí supondrá un respiro importante, especialmente si continúa evolucionando el año siguiente en la misma tendencia, hasta los entornos del 2%, como auguran organismos como el Banco de España, Bankinter o la Comisión Europea. Dos años (2022 y 2023) que especialmente a los hogares se les habrán hecho demasiado largos, castigados además por las subidas de tipos de los Bancos Centrales para frenar la inflación (que disparan las hipotecas) y sin el bálsamo de una subida de sueldos equiparable.

Según datos de la OCDE de octubre, la caída de salarios real en España en 2022 habrá sido del 4,4%, más del doble que la media entre los países desarrollados y muy por encima de nuestros vecinos comunitarios, siendo el país de la organización con una mayor pérdida del poder adquisitivo.

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