De la misma forma que las empresas del sector tienen que adaptar su oferta tecnológica al momento de un mercado tan frenético como el de las TIC -donde existe una elevada tasa de obsolescencia- los proveedores tienen que acompañar estos movimientos con planes de evolución estratégica. No hay nada más peligroso para una organización que quedarse con la foto fija; la percepción de los usuarios es clave a la hora de optar por un modelo u otro, y no hay peor enemigo que el estereotipo y la definición por defecto. Es el caso de una compañía como SAP, que pese a nacer en 1972 todavía conserva la aureola de empresa del ERP con solera y con cierto aire vetusto.
La compañía de origen germano, formada por antiguos directivos de IBM, es vista desde el exterior como una empresa que suministra un software muy completo, pero que supone para cualquier organización un proyecto en cierto modo babilónico, con implantaciones que a veces pueden superar los dos años, no exentas de complejidad y donde los integradores forman parte determinante de la prolongación de los proyectos. Sin embargo, el tercer proveedor de software del mundo está experimentando una metamorfosis, tanto interna como de negocio, para situarse como una compañía capaz de abordar las urgencias TI del siglo XXI.
De ahí viene su nueva estrategia de agilizar instalaciones verticales de forma que ya es capaz de implementar el 80% de sus aplicaciones en un periodo de dos meses. Y además, SAP ya no quiere ser reconocida como la empresa del ERP, segmento que supone solo el 30% de sus ingresos, quiere estar en primera línea en los grandes focos de la actualidad: aplicaciones, bases de datos, cloud computing y Business Analitycs, y a ciencia cierta que lo está consiguiendo. Para ello en los últimos años ya adquirió empresas como Sybase o Business Objects y, más recientemente, Success Factor con la que poder competir en el entorno de la nube. La entrada de un nuevo director general, Javier Colado, procedente de Novell, supone una ruptura de la habitual rotación endogámica de sus directivos. Este detalle es muy representativo en una empresa que quiere dinamizarse y ser vista como global en toda la extensión de la palabra, alejada de ese sabor alemán que siempre ha llevado a gala y que le ha dotado de una imagen demasiado rígida.
