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¿Qué es la identidad digital?



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Cada vez que interactuamos con entornos digitales y virtuales, y cada vez que lo hacemos con los distintos elementos que la conforman, vamos conformando una huella digital

Publicado el 28 may 2025



identidad digital
Identidad digital.

En este artículo hablaremos sobre lo que significa el concepto de identidad digital, su importancia y sus características, y cómo protegerla.

Y es que Internet ha aumentado la responsabilidad y el compromiso que tenemos con quiénes somos y, más aún, cómo nos dejamos ver, nos expresamos y conformamos nuestra identidad como seres humanos.

A qué llamamos identidad digital

Cada vez que interactuamos con entornos digitales y virtuales y, sobre todo, cada vez que lo hacemos con los distintos elementos que la conforman, vamos conformando una huella digital, exactamente como la que dejamos de manera personal en nuestro día a día.

Desde escribir un post en cualquier red social, a subir una fotografía de nuestro viaje, activar la geolocalización, las búsquedas en la web, enviar un correo electrónico… Todo este conjunto de acciones acaba configurando una descripción detallada de quiénes somos y cómo actuamos.

La importancia de la identidad digital

La identidad digital ha acabado convirtiéndose en una extensión de nuestro ser y que, incluso, en determinadas situaciones y contextos, de quiénes somos.

La identidad digital nos define y habla de nosotros durante las 24 del día, los siete días de la semana, y desde cualquier parte del mundo desde la que se tiene acceso a Internet.

Desde un reclutador en una empresa, hasta un cliente potencial para un trabajador autónomo o, incluso, para cualquier persona desconocida, la identidad digital configura una descripción detallada de nuestra persona.

Es por ello por lo que una identidad digital bien gestionada y responsable es, hoy en día, una cuestión vital y de buen posicionamiento social.

A nivel profesional, esto puede abrir puertas y generar oportunidades, aportando credibilidad, liderazgo y plena adaptación a los entornos digitales.

Por el contrario, una identidad digital descuidada puede volverse en nuestra contra.

Opiniones mal formuladas o simplemente controvertidas, información personal desactualizada o contenidos antiguos que en el futuro no nos representarán puede provocar en quien nos lee y nos ve en el mundo digital desconfianza y malentendidos.

Ya no depende de lo que decimos, sino también de cómo y dónde lo decimos.

La identidad digital nos obliga a permanecer despiertos y activos, teniendo en cuenta en todo momento que, estemos presentes o ausentes, siempre estamos siendo percibidos. Si cuidamos nuestra imagen en el mundo físico, también hemos de hacerlo en el digital.

Características de la identidad digital

No es fácil categorizar los distintos aspectos que acaban conformando la identidad digital, ya que no se trata de un concepto uniforme y estático.

La identidad digital va cambiando con el tiempo y se compone de diferentes elementos que se manifiestan de manera distinta, dependiendo del canal, el contexto o el objetivo. En definitiva, no hay una sola identidad digital.

La identidad digital, qué es.

Sin embargo, sí podemos rastrear algunas características básicas de lo que acaba definiendo una identidad digital. Veamos cuáles son.

Es fragmentada, pero conectada

Aunque la identidad digital se va definiendo a través de distintos canales, es decir, redes sociales, tiendas online, la nube, etc., al mismo tiempo forma un todo homogéneo que forma parte del mismo ecosistema: el mundo virtual.

Cada canal puede transmitir una idea diferente, o complementaria si se quiere, de cómo somos, pero al final acaba construyendo una narrativa común.

Está en constante evolución

¿Recuerdas las primeras veces que escribiste en público en internet? Seguro que no tiene nada que ver con cómo lo haces ahora.

Nada permanece igual en el entorno digital porque nosotros mismos evolucionamos como personas, cambian nuestras ideas, hábitos, preferencias y relaciones.

Lo que decimos hoy o mañana puede quedar desfasado luego. La identidad digital requiere echar la vista atrás, ser revisada, actualizada y que esta se mantenga fiel a nuestra línea actual de pensamiento y acción.

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Es pública y privada al mismo tiempo

Aunque parezca que la identidad digital se va conformando de forma consciente, como cuando escribimos un post en LinkedIn, por ejemplo, también se genera de manera invisible: datos de navegación, historiales de búsqueda, patrones de consumo…

Esto acaba exigiéndonos una mayor consciencia de nuestra relación con el mundo digital sobre qué compartimos, con quién y en qué condiciones.

Identidad digital perceptiva y contextual

En el mundo real, cómo interpretan los demás lo que decimos es igual de importante que lo que decimos.

Esto pasa también en el mundo digital, todo está sujeto a percepciones y varían según la persona que nos lee y el entorno en el que está escrito o publicado.

Un comentario puede leerse de diferentes maneras dependiendo si está en una red social informal o una plataforma de búsqueda de empleo. Es fundamental cuidar la coherencia de nuestro mensaje en cada uno de los canales.

Es influenciable y moldeable

La identidad digital no es un concepto inmóvil, es un relato que podemos construir a medida que pasa el tiempo, incluso reajustarlo y redirigirlo hacia donde queramos.

Si planeamos una buena estrategia que integre conceptos como la imagen, el tono y los valores que exhibimos en el mundo digital, podremos reforzar y mejorar los aspectos que nos interesa destacar de nosotros mismos y, a su vez, eliminar aquellos con los que ya no nos sentimos identificados.

Verificación de la identidad digital

En el mundo digital cualquier persona puede crear un perfil y publicar contenido, así como interactuar con otras personas en nombre de otro.

Suplantar la personalidad es un riesgo, y por ello la verificación de la identidad digital se ha convertido en un aspecto vital en Internet.

No solo garantiza que somos nosotros, sino que protege la confianza, la privacidad y la seguridad de todos los que, cada día, nos conectamos desde nuestro PC, tablet o móvil.

La verificación digital se puede realizar a través de distintos métodos entre los que podemos destacar:

  • Verificación por documentos oficiales, como un escaneado de un documento emitido por una autoridad.
  • Autenticación en dos pasos (2FA), que añade una capa extra de seguridad, ya que, además de requerir una contraseña, implica un segundo factor, que puede ser un código recibido en el móvil, una aplicación de autenticación e, incluso, una llave física.
  • Verificación biométrica, ya sea la huella digital, el rostro o el iris. Su uso se ha extendido en aplicaciones bancarias y controles de acceso.
  • Identidad digital federada, que nos permite utilizar diferentes servicios a través de un único perfil verificado, como puede ser nuestra cuenta de Google.
  • Verificación mediante firma electrónica, respaldada por certificados electrónicos y garantiza nuestra identidad y la fidelidad del documento.
  • Pruebas de vida, que detecta ante la cámara si somos nosotros de verdad y no una fotografía o vídeo.
  • Verificación por correo electrónico o teléfono móvil, que consiste en el envío de un enlace a través de email o SMS.

Autenticación digital

Este concepto, aunque similar al de verificación digital, presenta diferentes características.

La autenticación digital es el proceso de comprobar que el usuario ya verificado está intentando acceder al sistema.

Su objetivo es confirmar que la persona que intenta entrar es la misma que fue verificada anteriormente, por ejemplo, introduciendo un nombre de usuario y contraseña más un código enviado al móvil (2FA) para iniciar sesión.

Gestión de los datos personales

La gestión de los datos personales es hoy una cuestión clave tanto para nosotros como para las organizaciones.

Ya no solo se trata de cumplir con las diferentes normativas como el RGPD en Europa, o la LOPD en España, sino de mantener una actitud consciente y proactiva ante el uso y la protección de la información personal.

¿Qué información estamos compartiendo?, ¿con quién y con qué fin?

Esto pasa por revisar qué permisos estamos dándole a las apps que descargamos, ajustar la configuración de privacidad de los distintos puntos de acceso, utilizar contraseñas fuertes y optar por servicios transparentes en sus políticas de la gestión de datos.

En el ámbito empresarial, este reto se multiplica, ya que se debe garantizar la seguridad de los datos que maneja y ser claros al respecto.

Herramientas como el derecho al olvido, el consentimiento explícito, la portabilidad de los datos y los paneles de configuración de la privacidad son opciones que debemos tener para poder tener el control total sobre nuestros datos en Internet.

Identidad real vs. identidad digital

En el plano virtual, podemos ser personas extrovertidas y, sin embargo, ser mucho más reservado en la vida real.

¿Hasta qué punto coinciden ambas identidades en el mundo digital? En el entorno físico, nuestra identidad se construye a través de la personalidad, la apariencia, cómo nos comportamos y nuestro entorno social.

En el mundo virtual se puede proyectar de manera distinta, incluso diametralmente opuesta, ya que es más dinámica y se conforma a través de distintos perfiles, interacciones, datos e historiales de navegación.

Asimismo, la identidad real también está definida por documentos personales, como el DNI o el pasaporte, es estática y responde a formalidades legales.

Por el contrario, y con excepciones como la solicitud de información y documentación oficial, entre otros, la identidad digital es una representación construida a partir de cómo actuamos, nos mostramos y nos relacionamos con los demás.

Esta identidad puede ser fiel a la real, o una versión editada, profesionalizada e, incluso, totalmente anónima.

Construir una identidad digital coherente y alineada con la real se ha convertido en una responsabilidad vital. El entorno digital ahora pesa tanto como el real.

Cómo proteger la identidad virtual

  • Cuidar lo que compartimos: cada vez que queramos publicar o compartir algo, hemos de preguntarnos: ¿esto lo compartiríamos o se lo diríamos a un desconocido en la vida real?
  • Usar contraseñas fuertes, largas, y que se compongan de números, caracteres y letras en minúsculas y mayúsculas, y que no incluya información personal
  • Activar la autenticación en dos pasos (2FA)
  • Revisar el permiso de las aplicaciones
  • Controlar nuestra huella digital, buscando nuestro nombre en Google, verificar si aparece y detectar contenido no deseado para solicitar su eliminación
  • Desconfiar del exceso de exposición

Riesgos de la Identidad Digital y la Reputación

La mala gestión de la identidad digital puede conllevar riesgos que van mucho más allá de exponernos.

Lo que está en juego es nuestra reputación, y una mala reputación puede tener consecuencias nefastas en el ámbito personal y laboral. Lo que hoy puede parecer inocuo, mañana puede tener consecuencias imprevisibles.

Entre los riesgos más comunes que podemos encontrar en una mala gestión de la identidad digital, nos encontramos como la suplantación de identidad, la pérdida de control sobre nuestra información, ya que fotos, comentarios o posts antiguos pueden permanecer accesibles durante muchos años.

Una vez que publicas algo en Internet es difícil que desaparezca por completo.

Asimismo, un mal comentario, impulsivo o producto del enfado y la ira puede generar una crisis de reputación.

En determinados sectores, como el académico o el corporativo, esto se traduce en pérdida de oportunidades y credibilidad. Además, las plataformas trazan nuestro perfil según las interacciones y no solo para ofrecernos publicidad personalizada, sino para tenerlo en cuenta en procesos de selección y evaluaciones crediticias.

Igualmente, a un nivel más personal, la exposición en Internet puede dar lugar a acoso y a difusión de información sin consentimiento. Hacernos virales puede ser divertido en ocasiones, pero también muy peligroso.

Identidad digital y blockchain

En la actualidad, la tecnología blockchain está transformando el concepto de identidad digital, ya que ofrece un modelo más seguro, descentralizado y transparente.

Si en el modelo tradicional los datos personales están gestionados por las grandes plataformas, con la blockchain los usuarios podemos recuperar el control de nuestra propia información.

Este avance se traduce en el concepto actual de la identidad autosoberana (SSI), un sistema en el que cada uno gestiona las credenciales digitales sin que haya intermediarios de por medio.

Gracias a la cadena de bloques, nuestros datos pueden verificarse sin necesidad de mostrarlos y sin depender de ningún organismo central, reduciendo así el riesgo de la suplantación o la manipulación de los datos.

La aplicación de la tecnología blockchain ya puede rastrearse en sectores educativos y sanitarios, así como en la banca. La tecnología blockchain no solo refuerza la seguridad digital, sino que marca el camino a un mundo digital más ético, ya que seremos nosotros los verdaderos dueños de nuestra identidad.

Los retos de la identidad digital en 2025

Podemos dividir en cinco grandes bloques los retos que enfrenta la identidad digital en el mundo contemporáneo:

Privacidad y control del dato

La protección de la información y el consentimiento siguen siendo vitales, especialmente ante la proliferación de sistemas de vigilancia logarítmica.

Interoperabilidad entre plataformas

Cada servicio digital suele tener sus propios sistema de identidad, esto fragmenta nuestra experiencia. El reto de la interoperabilidad trata de crear identidades digitales que fluyan entre distintos servicios, una identidad universal que funcione en todas sin necesidad de crear una nueva cada vez.

Inclusión digital

Actualmente no todo el mundo tiene acceso o conocimientos para gestionar su identidad digital.

Autentificación sin riesgos

Tecnologías como la biometría o las llaves de acceso, así como la blockchain, está en el centro del debate.

Confianza y reputación online

Proteger nuestra reputación frente a la desinformación, los bulos o la suplantación de la personalidad es esencial para construir entornos digitales seguros y que transmitan confianza.

El futuro en materia de identidad digital no solo presenta retos tecnológicos, sino también éticos y sociales.

Para ello, se requiere una mirada que incluya diferentes disciplinas y políticas para garantizar una huella digital justa, segura y centrada en el usuario.

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