El sector de las TIC se mueve en dos planos diferentes. Por un lado, los datos coyunturales de las compañías apuntan crecimientos en diversas bandas, espoleados por el acicate de la inteligencia artificial generativa y por inversiones en ciberseguridad y en data analytics. Los proyectos de digitalización de las compañías a bordo del cloud híbrido y el multicloud van viento en popa. La sonrisa ha vuelto a los comités de dirección, que han abierto la mano en sus inversiones y no escatiman para ponerse al día en la era digital.
En cambio, el otro plano más global ensombrece las previsiones más optimistas. Hablamos de los impactos negativos de las guerras larvadas de Ucrania y Gaza, de la bipolarización política a nivel planetario, de la crisis migratoria, de la crisis climática… algunos de los cuales pueden intensificarse si regresa a la Casablanca un presidente partidario de hacerle la guerra comercial a China y establecer un régimen industrial proteccionista contra determinados productos europeos. Y luego está esa lacra de nuestra industria, la escasez de profesionales capacitados para abordar las tecnologías que trazan el futuro. Pero las TIC es el norte a donde apuntan todas las brújulas, y por muchas tormentas que arrecien, los proveedores de tecnología tienen ante sí un margen en el que confiar, pero siempre llevando con mano firme y flexible este negocio que cada vez se acostumbra a dar más bandazos entre imprevistos remolinos que provoca la constante disrupción.
