La inteligencia artificial ya no es una promesa de futuro. Hoy, está presente en múltiples áreas del puesto de trabajo y este cambio, aunque en muchas ocasiones silencioso, está redefiniendo la forma en que trabajamos, decidimos y colaboramos.
La IA está mejorando la productividad y acelerando la toma de decisiones, pero su mayor valor reside en su capacidad para liberar tiempo y talento. Las tareas repetitivas se automatizan; el pensamiento crítico y la creatividad cobran protagonismo. Herramientas de IA nos permiten diseñar experiencias laborales más personalizadas, inclusivas y accesibles, reforzando el vínculo entre tecnología y bienestar en el trabajo.
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Innovación tecnológica y evolución cultural
Hemos implementado herramientas que mejoran la inclusión de personas con distintas capacidades, desde transcripción automática hasta traducción en tiempo real. Esto no solo es innovación tecnológica, es evolución cultural.
Sin embargo, estos avances vienen acompañados de desafíos importantes que no deben pasarse por alto. La IA está transformando roles y tareas, lo que exige una apuesta firme por el reskilling y upskilling para no dejar a nadie atrás. También se hace necesaria una supervisión humana constante para evitar sesgos algorítmicos, así como políticas claras sobre el uso de datos sensibles y herramientas generativas. En este contexto, la gobernanza y la confianza se vuelven pilares fundamentales, basándose en principios éticos y marcos auditables.
En este proceso, además de liderar la implementación de nuevas tecnologías, la figura del CIO también tiene la responsabilidad de asegurar que esta transformación se haga con visión de negocio, de forma ética, segura y centrada en las personas. Porque la IA es una herramienta poderosa, sí. Pero es nuestra responsabilidad asegurarnos de que potencie el talento humano, en lugar de deshumanizarlo.
Desde la función de CIO, el objetivo no debe ser simplemente tecnologizar la organización, sino humanizar la tecnología
Uno de los puntos que más preocupan y que más atención requiere desde la función de CIO, es la relación entre IA y seguridad. En muchas organizaciones, la adopción de IA generativa en el puesto de trabajo se ha hecho con agilidad, a veces, demasiada. Pero lo cierto es que la IA puede ser una puerta de entrada a nuevos vectores de ataque si no se gestiona con rigor, presentando riesgos como la filtración involuntaria de información sensible por parte de empleados; la creación de identidades falsas para sofisticados ataques de suplantación o phishing, el fenómeno de la ‘Shadow AI’ y vulnerabilidades en la cadena de suministro.
Nuevo rol del CIO
En este contexto, nuestro rol como CIO requiere asumir una responsabilidad activa en su uso seguro y ético, empezando por definir políticas claras sobre qué herramientas están autorizadas y cómo deben usarse. También es fundamental formar a los equipos para que identifiquen riesgos y gestionen adecuadamente la información sensible.
Por otro lado, la adopción de la IA en las organizaciones genera entusiasmo, pero también temor entre los empleados ante la posibilidad de ser reemplazados. Desde el rol de CIO, es clave abordar esta inquietud con empatía y claridad, transmitiendo que la IA no viene a sustituir a las personas, sino a liberarles de tareas repetitivas para que puedan enfocarse en lo que verdaderamente aporta valor, como el pensamiento crítico, la creatividad y la experiencia humana. La estrategia debe centrarse en acompañar a los equipos con formación, transparencia y herramientas que les permitan trabajar con la IA como un aliado, no como una amenaza.
La inteligencia artificial es una herramienta de cambio masivo, pero no es autónoma. Detrás de cada implementación, cada decisión y cada algoritmo, están las personas. El reto no es únicamente incorporar tecnología, sino asegurar que esta se utilice con propósito y responsabilidad. Desde la función de CIO, el objetivo no debe ser simplemente tecnologizar la organización, sino humanizar la tecnología. Una adopción efectiva de la IA no solo transforma procesos, sino que también debe generar confianza, fomentar la responsabilidad y contribuir al progreso compartido.








